Etnografía canaria: La descripción de la danza "El Canario" en la crónica de José Martínez de la Puente (1678).

José Martínez de la Puente publicó en Madrid en 1678 la obra Epítome de la Crónica del rey don Juan II de Castilla, y en ella incluye un capítulo (el XXIII del libro 1), que se titula "Descubrimiento y conquista de las Islas de Canaria, su número y cosas notables de ellas: y su origen, y costumbres de sus habitantes", que significa una visión sintética y original del conocimiento que hasta ese momento se tenía del tema. 

Portada de la edición antigua del "Epítome" de 1678.

El mayor interés del capítulo sobre el "Descubrimiento y Conquista de las Islas de Canaria" de José Martínez de la Puente, aparte de su conocimiento, radica, en opinión de Maximiano Trapero y Manuel Lobo Cabrera, en su estilo. Por una parte, su libro entero es un "epítome" (es decir, un resumen) de la Crónica de Juan II, pero en lo que se refiere al capítulo sobre Canarias es una ampliación muy notable del pequeñísimo texto que aquella Crónica le dedicaba. Pero, por la otra, teniendo en cuenta que José Martínez de la Puente escribe sobre Canarias sobre la base de varias y diversas fuentes, aunque la principal sea la Conquista y Antigüedades de Núñez de la Peña, el capítulo de Martínez de la Puente vuelve a ser, a su vez, otro "epítome" (es decir, un resumen o síntesis) de la obra entera de Núñez de la Peña.

De los muchos aspectos que toca J. Martínez de la Puente, llama la atención la referencia a la danza de El Canario, de origen ancestral desde la época aborigen.

En efecto, la danza El Canario, tal como se conoció en Europa, fue un baile cortesano renacentista inspirado en una danza autóctona de las Islas Canarias, y que se hizo popular en toda Europa a finales del siglo XVI y principios del XVII. En España, El Canario fue una danza cortesana y teatral para pareja mixta, logrando ser muy popular entre los siglos XVI y XVIII. Según el Tesoro de la Lengua castellana, de Sebastián de Covarrubias, se denominó así por haberla traído al reino de Castilla los naturales de la Islas Canarias.

Portada de una edición actual de "El Epítome".

De esta danza deriva, el actual El Sirinoque, con el que coincide en el ritmo. Se cree que la numerosa presencia de italianos en esa época, siglo XVI, pudo haber influido en las posibilidades coreográficas y espectaculares de la danza. Por ello no resulta extraño que la primera descripción pormenorizada aparezca en Il Ballarino de Marco Fabritio Caroso da Sarmoneta, editado en Venecia en el año 1581.

Las peculiaridades de este baile, en opinión de la estudiosa Isabel Hernández, hacen de él una pieza especialmente atractiva por ser transgresora de la principal norma de la danza cortesana del Renacimiento y del primer Barroco: no hacer ruido con los pies sino “hollar muy sutilmente”, según se indica en un manuscrito anónimo del siglo XVI titulado, Arte para Aprender a danzar, que se encuentra en la Real Academia de la Historia de Madrid.

Según datos históricos, la mención más temprana de esta danza aparece en Sevilla en el año 1554, y en el entorno del teatro, dentro de la recopilación de obras teatrales de Sánchez de Badajoz. Este dato aparece en la Isla de La Palma en 1561, en Estampas canarias de Juan Méndez Nieto y en La Laguna en el Instituto de Estudios Canarios en 1987. En la segunda mitad del siglo XVII era un baile considerado antiguo porque arrastraba los pies y se impuso un Canario más ligero y veloz.

Por su parte, el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española trae sobre las diversas acepciones de canario, aparece una descrita como -citamos literalmente- "PUENT. Epitom. de don Juan el II, lib. 1, cap. 23", que dice:

CANARIO. Tañido músico de quatro compases, que se danza haciendo el són con los pies, con violentos y cortos movimientos. Covarr. dice se llamó assí por haver trahído a España esta danza los naturales de Canárias. Latín. Saltatio quaedam concitatior, quam Canariam appellant. PUENT. Epitom. de Don Juan el II. lib. 1. cap. 23. Gustaban mucho (y aun oy) de cierto báile o saltarélo mui gracioso, que llamamos en España Canário, por haver venido su uso de aquellas Islas.

En efecto, entre 1726 y 1739 publica la Real Academia Española su primer repertorio lexicográfico, el llamado «Diccionario de la lengua castellana, en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua», conocido como el "Diccionario de Autoridades".

Esta es, pues, la breve mención que sobre esta danza ancestral hace José Martínez de la Puente en su crónica publicada en el año 1678 y de la que trae relación, la transcrita descripción de una de las acepciones del término canario en el citado Diccionario:

[Los naturales de estas islas] Gustaban mucho (y aun hoy) de cierto baile, o saltarelo muy gracioso, que llamamos en España Canario, por haber venido su uso de aquellas Islas; y los intrumentos que tocaban eran unas calabazas secas, con piedrecillas dentro, que servían de sonajas. Tenían también tamboril de pieles, flautas de caña y gaitas de cañuelas de paja de cebada.

Pedro R. Castro Simancas, 12.09.2024.

Fuentes:

TRAPERO, Maximiano y LOBO CABRERA, Manuel (1994): "Un capítulo desconocido de la historiografía de Canarias: El "Epítome de la Crónica de Juan II" de J. Martínez de la Puente (1678)", en X Coloquio de Historia Canario-Americana, vol. 2, pp. 894-920, Casa de Colón Cabildo Insular de Gran Canaria, 1994.

HERNÁNDEZ, Isabel: "El Canario" en Revista digital Tamasma Cultural, dirigida por Luisa Chico.

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