Historia medieval: ¿Pudieron las islas Canarias pertenecer a la Corona de Aragón?

La conexión de Castilla con Canarias se debe a una circunstancia fortuita que prueba la influencia que la fortuna puede tener en la historia. Durante el siglo XV, como hemos visto, la conquista de nuestras islas se planteó como una encarnizada lucha entre los dos reinos ibéricos, Castilla y Portugal, como ya tuve la oportunidad de contar en mi anterior artículo y que puedes consultar en el siguiente enlace: 

Los discutidos derechos de Portugal sobre Canarias

Sin embargo, en el siglo anterior, durante todo el siglo XIV, en lugar de conquista y colonización, se plantea una política de "penetración" religiosa, o como lo ha definido el profesor Aznar Vallejo, una "precolonización" impulsada por el Papado a través de los diversos reinos o estados cristianos europeos (República de Génova, Corona de Aragón, o reinos de Castilla y de Portugal). Ello fue posible a partir del conocimiento geográfico de las islas. Sabemos que desde el año 1351 -es decir, doce años después de la primera representación conocida de una de las islas, la de Lanzarote- todo el Archipiélago canario era conocido por los cartógrafos de la época y que las noticias sobre el mismo circulaban rápidamente entre los diversos estados europeos.

Miniatura medieval: Aula de Català

Téngase en cuenta, efectivamente, que la primera representación conocida de las islas es la de Lanzarote contenida en el atlas o portulano de Dulcert de 1339 (donde figura con el nombre de Insula de Lanzarotus Marocelus), y en 1351, el portulano de Mediceo Laurentino ya representa por primera vez a todo el archipiélago.

Mapa de Canarias, año 1613

LOS ORÍGENES: EL "REDESCUBRIMIENTO" DE LAS ISLAS CANARIAS EN EL SIGLO XIV.- Si prescindimos de las noticias que sobre las Islas nos llegaron desde la Antigüedad clásica, fue sin duda la navegación realizada por los marinos de los reinos cristianos europeos a lo largo de los siglos XIII y XIV, la que determinó el "redescubrimiento" de las islas Canarias a partir de 1338-1339, con la expedición de unos genoveses de modo fortuito, porque "al lugar en el que se encuentran estas islas solo se llega por azar, no porque nadie se dirija a ellas", conocida de acuerdo con la crónica del árabe Ibn el Jaldun.

Un fragmento de esta crónica de Ibn el Jaldun, la puedes leer en este post de mi Blog publicado el 07.06.2024 que tienes en el siguiente enlace:

Crónica de Ibn el Jaldun

Sin embargo, la primera navegación expresamente dirigida hacia las islas Canarias, y de la que propia cristiandad dio noticia, fue el viaje  patrocinado por el rey de Portugal en 1341, conocida por Niccoloso de Recco, uno de sus pilotos, y que fue recogida por el escritor italiano Boccacio en un manuscrito conocido como De Canaria y de las otras islas nuevamente descubiertas en el Océano del otro lado de España.

CANARIAS Y LA FUNDACIÓN DEL PRINCIPADO DE LA FORTUNA.- Un amigo de Boccacio, Petrarca, en su obra De vita solitaria, posiblemente escrita entre 1346 y 1356, registró en un pasaje la coronación del infante hispano don Luis de la Cerda a manos del Papa Clemente VI, con sede en Aviñón, como rey de las islas Canarias bajo el nombre de Principado de la Fortuna.

En efecto, en el siglo XIV es relevante la intervención del papado para la cristianización de las islas Canarias. Según el profesor de la UNED Puente Egido, el origen de la incorporación de Canarias a Europa arranca del hecho fortuito que nos narra así el Padre Juan de Mariana en su Historia General de España:

"En este mismo tiempo D. Luis [de la Cerda], Conde de Claramonte, hijo de Don Alonso de la Cerda, a quien llamaban el Desheredado, ponía en orden una armada en la ribera de Cataluña con licencia y ayuda del Rey de Aragón, y por concesión del Papa que dos años antes le adjudicara las islas de Canaria, llamadas por los antiguos Fortunadas. Dióle aquella conquista el Sumo Pontífice con titulo de Rey, y que como tal hizo un solemne paseo en Aviñon ..."

El Padre Mariana nos da otro dato preciso, que constituyó siempre una cláusula de estilo en tales donaciones: "Púsole por condicion que a aquellas gentes barbaras hiciese predicar la Fé de Christo". La fecha de la concesión es por una bula de 15 de noviembre de 1344, en la que el Papa Clemente VI, ante el que el Infante español don Luis Conde de Claramente (más conocido, como don Luis de la Cerda) que estaba acreditado ante el Papa, en Avignon, como representante diplomático del Rey de Francia, le concede el Principado de la Fortuna, con la finalidad de conquistar las islas Canarias. El citado Infante castellano, en efecto, consiguió del Papa, pues, el mencionado feudo con el título de Rey de las Islas Canarias, y haciendo uso de una potestad que los Papas medioevales pretendían tener, y ejercitaron en distintas ocasiones, fundados en la denominada Constitutio Constantini (o Constituciones de Constantino) que le permitía a los papas otorgar derechos de conquista sobre todas las islas del mundo, situadas hacia el Occidente. 

En dicha bula papal, como vemos, se entremezclaban intereses religiosos, políticos y económicos pues, como retribución al nombramiento, el príncipe debía realizar juramento de vasallaje y fidelidad al papa, además de la entrega de cuatrocientos florines de oro al año. El Papa en su bula, señaló, además, cuatro razones para instaurar el Principado: el ejercicio de la virtud que es ajena al infiel y en la cual se sustenta el dominio; la dilatación gloriosa de la fe y el imperio cristiano; la defensa vigorosa de las poblaciones cristianas circunvecinas; y el establecimiento de un gobierno fructífero sobre aquellas islas.

El Principado, de dicha forma, adquirió un carácter militar. Por ello, el Papa Clemente VI, a través de otra bula de 11 de diciembre de 1344, solicitó a los reyes de Portugal, Castilla y Aragón permiso para que Luis de La Cerda extrajera de sus reinos gentes de armas, víveres y otras cosas necesarias para la adquisición y sujeción a la fe católica de las Islas Afortunadas. En cuanto al ruego del Papa dirigido al rey lusitano para que le ayudase en la empresa, sibilinamente se niega en parte, y en parte accede: las mercancías, gente de guerra y vituallas, así como todo lo que fuere necesario, podrían obtenerlo libremente en Portugal, mediante el pago del justo precio. Pero no accede a ayudar al Infante con unidades del ejército real o naves de la armada. Por su parte, en Aragón, la única ayuda significativa que recibió Luis de La Cerda de parte del rey Pedro IV, quedó limitada al campo misional, más no al militar. 

Pero el destino del Principado de la Fortuna fue efímero, ya que nunca Luis de la Cerda llega a pisar ninguna de las islas Canarias, desde luego, por falta de medios materiales para acometer el viaje, a lo que se sumó su muerte, posiblemente en 1346 o 1348. Dicho panorama enmarcó el cambio de estrategia del Papa Clemente VI ya que en 1351 mediante bula establece el Obispado de Telde con sede en Gran Canaria, el que fuera también conocido como Obispado de La Fortuna, relevando así al Principado de La Fortuna, como vía papal para intentar cristianizar las islas Canarias.

Papa Clemente VI

EL PAPA CLEMENTE VI CREA EL OBISPADO DE TELDE.- Clemente VI (1291-1352), fue elegido Papa en 1342, con sede en Aviñón (Francia), era Benedictino y protegió a Petrarca y favoreció las artes durante su pontificado. Como veremos, impulsó la cristianización de las islas Canarias, creando como base de esa operación el Obispado de Telde (o de la Fortuna), en Gran Canaria (isla que todavía no estaba conquistada, como ninguna de las Canarias).

Los orígenes del Obispado se remontan al 15 de mayo de 1351 cuando Clemente VI, a través de la bula Dum Diligenter, autorizó a los mercantes mallorquines Juan Doria y Jaime Segarra a viajar a las islas con el fin de convertir a la fe católica y a honestas costumbres a sus habitantes. A los canarios se los categorizó como gentes paganas e idólatras que debían ser agregadas a la unidad de la Madre Santa Iglesia a través de la doctrina de la palabra, con la ayuda de algunas personas de dichas islas de quienes se menciona "haber sido regeneradas por el bautismo y redimidas de la cautividad e instruidas en la fe y en la lengua catalana." Es decir, mediante algunos canarios cristianizados y esclavos que ya vivían en Mallorca desde hacía tiempo.

En este contexto, destaca la expedición a Gran Canaria del comerciante mallorquín Francesc Desvaler en 1342, que llegó a fundar un establecimiento permanente en la isla, que facilitó la exportación de productos canarios y de esclavos nativos a los principales mercados mediterráneos. El investigador Gabriel Llompart aporta fuentes muy interesantes sobre este escenario: "El testigo de una investigación criminal, llamado Perico Bellver, habitante de la villa de Petra (isla de Mallorca) y procurador de Jaume de Olesa, ciudadano de dicha isla, refiere que ha estado en la viña de las afueras de Palma, propiedad de su señor, y que recogió higos y comió uvas en compañía de un esclavo canario: cum quodam captivo de Canaria dicti Iacobi de Aulesia."

Sin embargo, la fundación del Obispado tuvo lugar el 7 de noviembre del mismo año de 1351, por medio de la bula Coelestis rex regum, a través del nombramiento del carmelita fray Bernardo como su primer obispo, confirmando la noticia de “habitantes de Mallorca, naturales de aquellas islas Afortunadas, los cuales regenerados por las aguas del bautismo e instruidos en su propia lengua y en lengua catalana, están dispuestos a trabajar fielmente con él en esta empresa”.

Por tanto, puede decirse que la nueva estrategia del papa Clemente VI, estuvo asociada al Obispado de Telde, y acompañada de un apaciguamiento discursivo al referirse a los habitantes de las islas, en aquel nuevo escenario, "como personas y naturales de dichas o aquellas islas" o, en el peor de los casos, como "gentes paganas e idólatras." 

Además, como señala el investigador Serrato Lanuza, sus palabras nos confirman la vocación esclavista de aquellas expediciones mallorquinas al hacer mención de naturales de dichas islas en Mallorca que, tras su bautismo y emancipación, apoyarían a fray Bernardo en la cristianización del archipiélago.

Pedro IV de Aragón, El Ceremonioso

EL REY PEDRO IV DE ARAGÓN Y SU INFLUENCIA EN LAS ISLAS CANARIAS.- El Rey Pedro IV (1319-1387), llamando El Ceremonioso, fue monarca de la Corona de Aragón desde 1336 a 1387, e integró en su confederación de reinos, nuevos territorios, conquistando por las armas al reino de Mallorca (donde fue proclamado como Rey Pedro I de Mallorca desde 1343) y también El Rosellón, Sicilia y el Ducado de Grecia.

Pues bien, en que respecta a su influencia sobre las islas Canarias, durante su reinado, apoyando la nueva estrategia evangelizadora del Papa Clemente VI, dicho rey Pedro IV de Aragón, otorgó a los citados mercantes Juan Doria y Jaime Segarra una licencia el 1 de junio de 1351 en la que se menciona como fin, la conversión de las "islas Afortunadas" a través de la verdad del evangelio, bajo la justificación de estar “habitadas por gente ruda y aún más brutal, que vive sin ningún tipo de ley, sino actuando de forma bestial en todas las cosas”. El 14 de mayo del siguiente año de 1352, otra licencia a Juan Doria, Jaime Segarra y Guillermo Fuser, con beneplácito del Papa y del Rey, la otorga Guillen de Llagostera, lugarteniente del gobernador de Mallorca. Allí nombra a Arnau Roger capitán de una expedición autorizada para dirigirse a “las islas recién descubiertas llamadas de Canaria [...] para convertir a las gentes de allí, ignorantes de Dios a su conocimiento, a la Trinidad y a la ortodoxa Fe”. Además, se recomendaba a Roger que, "sí Dios quisiera, adquiriera las islas, o alguna de ellas, para tenerlas en feudo del rey", con pleno poder sobre sus gentes a las que debía brindar cuidado, bienestar y justicia a razón de saber que en aquellas habían “muchas personas sin que haya capitán”En suma, como lo expresó Antonio Rumeu de Armas, la expedición aunque con predominante manifiesto misional tenía, sin embargo, una clara finalidad política, mediante la posesión de todas o alguna de las islas Canarias.

Asimismo, en 1386 Pedro IV envió al papado una carta de recomendación en favor de unos eremitas que deseaban pasar a las islas de Canaria. No obstante, en dicha ocasión el destinatario fue Urbano VI, pontífice de Roma, informándole que en aquellas islas existían algunas poblaciones a las que se deseaba reformar con la ayuda divina, para apartarles del engaño y conducirles hacia la gracia de Dios, bajo la justificación de que sus habitantes “equivocadamente practican la idolatría y están alejados del camino de la verdad”.

Un pasaje de la obra De nobilitate et Rusticitate que fue escrita antes de 1445 por el canónico de Zúrich, Félix Malleoli, conocido como Hemmerlin, nos ofrece, en efecto, una idea de la imagen que los misioneros mallorquines pudieron tener de los indígenas de las islas Canarias. Allí se recoge una noticia dada por un obispo de Tortosa (Tarragona), en la cual informa del viaje de una nave aragonesa que en 1370, fortuitamente al huir de piratas, descubre cinco islas en el mar Océano, en dirección hacia occidente. Los navegantes aragoneses fueron recibidos en cuatro de las islas, pacífica y humanamente, reconociendo posteriormente el dominio del príncipe de Aragón. Por el contrario, la isla restante se mantuvo alejada de dicho dominio porque sus habitantes “eran tan feroces que en modo alguno permitieron que se les acercasen” (¿acaso era Tenerife?).

Hammerlin en su obra, señala que los habitantes de las islas que reconocieron la autoridad del rey de Aragón, a través de sacerdotes franciscanos, agricultores y artesanos, fueron “atraídos a la mansedumbre de los hombres habituales y a costumbres humanas y a la fe católica”. Inclusive los más jóvenes dominaron el conocimiento de las letras y “después de la antedicha reforma, cada uno tiene su mujer y cada uno tiene su varón, a causa de fornicación”. Por el contrario, la isla que no acogió a los cristianos permaneció “en su bestial ferocidad” (¿tal vez se estaba refiriendo a Tenerife?).

Visiblemente, como ha señalado Serrato Lanuza, el relato del canónico Hemmerlin, como apología a la experiencia colonial del reino de Aragón en las islas, se articula perfectamente con las imágenes de los isleños, trazadas en torno al proyecto del Obispado de la Fortuna en Telde, al ser representados como gentes paganas e idólatras que se caracterizaban por su rudeza, brutalidad y bestialidad, en un estado de ausencia total de cualquier tipo de orden social. De esta manera, los indígenas podían emanciparse de su estado salvaje y primitivo siempre y cuando se acogiesen al dominio de un príncipe cristiano.

La influencia política aragonesa en las islas que se sugiere en el relato de Hemmerlin puede comprobarse a través del ordenamiento del rey Pedro IV de Aragón en 1366 para realizar una expedición militar mallorquina “frente a las islas de Canaria y otros enemigos nuestros”, enemigos que para Antonio Rumeu de Armas pudieron haber sido Génova o Castilla.

Al respecto, la investigadora Marina Mitja considera que bajo dicho rey, las Canarias experimentaron una reconocida hegemonía aragonesa, no militarmente, pero al menos moral y comercial, que, tras la muerte del monarca aragonés en 1387, se declinó por el abandono de los intereses de Aragón sobre el Atlántico, y en particular, sobre el archipiélago canario. Esto se debió a un cambio en la política exterior aragonesa más enfocada a sus posesiones en el Mediterráneo, que implicarán mantener algún tipo de esfuerzo y rivalidad con otros estados, especialmente con Génova, Francia o Venecia.

Consecuentemente, se produjo un vacío de poder en Canarias que permitió el afloramiento de razias o saqueos esclavistas de genoveses y castellanos contra los isleños que, en represalia, arremetieron en 1393 contra la sede misional de Telde, dando fin al obispado. Por ejemplo, Mitja publicó algunos documentos referentes a ventas de indígenas de Fuerteventura y La Gomera ocurridas en Barcelona en los años de 1391 y 1393 por parte de sevillanos, genoveses y vizcaínos.

Por otro lado, otro investigador, el ya citado Gabriel Llompart publicó un par de documentos de 1393 y 1402 que registran la venta de indígenas de Canaria en Mallorca, el primero referente a una madre con tres hijos por parte de un piloto de un barco veneciano y el segundo referente a una mujer llamada “Ana". Además, un fragmento del capítulo XX de la Crónica de Enrique III, escrita por Pedro López de Ayala, registró la noticia de una expedición en 1393 conformada por gentes de Sevilla, Vizcaya y Guipúzcoa que arribó a Lanzarote donde capturaron al rey y a la reina de la isla con ciento setenta personas más en un mismo lugar, así como otros muchos de los moradores de dicha isla. Luego, mandaron a decir al rey de Castilla que aquellas islas eran “ligeras de conquistar, si ha su merced fuese, é á pequeña costa”, documentando a partir de ese momento, el relevo definitivo del Reino de Aragón y de su influencia por la de la Corona castellana sobre el archipiélago, lo que en efecto, se vino a producir, en los albores del siglo XV con la llegada de los normandos Juan de Bethencourt y Gadifer de la Salle, bajo el patronazgo del Rey de Castilla, Enrique III, pero eso ya es otro episodio de la conquista de Canarias que aquí dejamos para otra ocasión.

Pedro R. Castro Simancas, 04.09.2024.

Fuentes:

PUENTE EGIDO, J. (2004): "La vinculación de Canarias en el siglo XV al orden de paz de Europa, en tanto que territorio castellano. Efectos y consecuencias de esa incorporación" en Revista Almogaren, nº 34, pp. 149-180, Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, junio 2004.

SERRATO LANUZA, Miguel Ángel (2022): "La configuración del 'canario'. Proceso de racialización en los albores del mundo moderno/colonial", Revista Transmodernity. Journal of Peripheral Cultural Production of the Luso-Hispanic World, Volumen 9, nº 8, pp. 45-68, Universidad de California, 2022.

RUMEU DE ARMAS, Antonio (1981): “La expedición militar mallorquina de 1366 a las islas Canarias”, Anuario de Estudios Atlánticos, pp. 15-22, nº 27, Las Palmas de Gran Canaria, 1981.

SERRA RÀFOLS, Elías (1941): “Los mallorquines en Canarias.” Revista de Historia, nº 54, pp. 195-209, Universidad de La Laguna, 1941.

QUARTAPELLE, Alberto (2017): "El redescubrimiento de las islas Canarias en el Anno Domini 1339", en Revista de Historia Canaria, nº 199, pp. 11-37, Universidad de La Laguna, 2017.

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