Historia del Siglo XIX: La España de la Primera República vista por el canario Nicolás Estévanez.

La Primera República (1873-1874) es uno de los episodios más importantes y desconocidos de la Historia de España. Na­ció como consecuencia del fracaso forzado de la monarquía del rey Amadeo de Saboya, y no como resultado de un plebiscito ni de un movimiento de opinión.

NICOLÁS ESTÉVANEZ, REPUBLICANO FEDERAL.- Uno de los protagonistas -aunque secundario- de este periodo fue el canario Nicolás Estévanez y Murphy, nombrado Gobernador civil de Madrid y luego Ministro de la Guerra durante el corto periodo de la Primera República, como ya ha hemos tenido la oportunidad de glosar en un capítulo de Los ministros canarios en el gobierno de España, publicado en este Blog recientemente.

Nicolás Estévanez y Murphy (1838-1914), era descendiente de irlandeses por línea materna afincados en Tenerife, fue ante todo militar profesional, parlamentario federalista, ideólogo republicano y federal, poeta, editor y periodista, y que llegó a ser ministro de la Guerra con el presidente Pi y Margall en la Primera República. Desde su exilio en París, lucharía para derribar el régimen monárquico borbónico y volver a instaurar la república apoyando a Lerroux y Ferrer. Se separó del ejército siendo ya capitán antiguo. De pluma fácil y prolífica vivió los últimos 40 años de su vida como traductor para la casa Garnier de París.

Como ya comentamos en aquel capítulo de los ministros canarios, el joven Nicolás, nacido circunstancialmente en Las Palmas, fue educado entre Santa Cruz de Tenerife y su casa familiar de Gracia (La Laguna), y sería pronto un republicano federal intransigente. Al respecto dice don Nicolás en sus Fragmentos de mis memorias: "Mi familia tenía su residencia habitual en Tenerife; allí pasé la infancia, y Santa Cruz de Tenerife es mi verdadera patria, mi patria chica; de Las Palmas ni me acuerdo, (...). No es mi pasión un delirio por Las Palmas, pero lo es por Canarias. Englobo en mi cariño aquellas siete islas tan hermosas y tan españolas, y me quita el sueño el abandono en que las tiene España".

Nicolás Estévanez fue ante todo un hombre práctico y de acción, características esenciales que jalonaron los hitos de su carrera civil. Nunca se consideró un político de despacho, antes al contrario, se adentraría de forma activa en los avatares políticos de la España del Sexenio Revolucionario y de la posterior proclamación de la Primera República española. El proceso revolucionario liberal de “La Gloriosa” de 1868 que acabó con el reinado de Isabel II y que daría paso a la República fue el desencadenante de la carrera política de Estévanez, la cual se orientó a favor de la lucha por una República Federal. Esta trayectoria se forjaría a partir de su integración en el Partido Republicano Federal de Pi y Margall. Tras la proclamación de la Primera República, don Nicolás Estévanez irá ascendiendo cargos pasando de diputado a las Cortes Constituyentes por Santa Cruz de Tenerife, a gobernador civil de Madrid, para terminar como ministro de Guerra bajo la presidencia de Pi y Margall.

A través de su obra Fragmentos de Mis Memorias encontramos un acercamiento al pensamiento político de un protagonista y testigo de excepción de nuestra reciente historia de España. Sus Memorias sólo llegan hasta 1878, y aunque promete una segunda parte, no llegó nunca a escribirla. A través de ellas podemos bucear sobre los acontecimientos que se produjeron en el advenimiento y corta vida de la Primera República española.

Jornada del 24 de febrero de 1873 en el Congreso de los Diputados, 
según grabado publicado en Le Monde Illustré.

EL SEXENIO REVOLUCIONARIO 1868-1874.- La revolución conocida como La Gloriosa comienza el 18 de septiembre de 1868 con el pronunciamiento de la Armada en Cádiz, al mando del almirante Juan Bautista Topete y del ejército dirigido por los generales Juan Prim y Francisco Serrano. Supuso el destronamiento y exilio de la reina Isabel II y el inicio del período denominado Sexenio Democrático o Revolucionario (1868-1874).

La reina Isabel II se exilia a Francia el 30 de septiembre de 1868 y tres días más tarde el general Serrano lidera el Gobierno provisional, asumiendo la regencia del Reino en junio de 1869. 

Retrato de Nicolás Estévanez Murphy.
Óleo de Fernando Vizcai, 1914.

En efecto, en mayo de ese año 1868, don Nicolás se había agenciado un puesto de funcionario eventual en el Gobierno Civil de Madrid, del que se limitó a tomar posesión y a renunciar a continuación, para poder viajar luego a Londres a sumarse a la conspiración antiborbónica que encabezaba el general Prim contra la reina Isabel II. 

En vísperas de la revolución de septiembre de ese año de 1868, volvió a Madrid con instrucciones para los comprometidos en el golpe de estado y, tras el triunfo del pronunciamiento militar gaditano, Prim recompensó a Estévanez sus servicios con el grado de comandante y el empleo de capitán del ejército de Cuba.

Al cumplirse un año de la revolución, en 1869 aceptó proclamar la República federal en Salamanca. Sin embargo, en Béjar, don Nicolás se vio complicado en un improvisado intento de atentado contra el gobernador civil de la provincia, por el que fue detenido, procesado y encarcelado durante once meses, hasta que la amnistía de agosto de 1870 le permitió volver a Madrid. Ese otoño conoció a Pi y Margall, con el que comenzó a colaborar y al que llegaría a unirle una entrañable amistad.

Mientras tanto, las elegidas Cortes Constituyentes redactan una nueva Constitución monárquica que es aprobada el 1 de junio de 1869 y en sesión extraordinaria de 18 de junio de 1869 nombran Regente del reino al Presidente del Poder ejecutivo Don Francisco Serrano y Domínguez, con el tratamiento de Alteza y con todas las atribuciones que la Constitución concede a la Regencia, menos la de sancionar las leyes y las de suspender y disolver las Cortes Constituyentes.

El principio monárquico contemplado en la Constitución y que excluye a los Borbones implicaba la búsqueda de un nuevo rey. En la sesión de Cortes de 16 de noviembre de 1870 se elige entre los siguientes candidatos: Amadeo de Saboya, que obtiene 191 votos, la República federal 60, el Duque de Montpensier 27, Espartero 8, Alfonso de Borbón 2, República unitaria 2 y en blanco 19 votos. En consecuencia con el resultado de dicha votación, el Presidente de las Cortes Manuel Ruiz Zorrilla declara al duque de Aosta Amadeo de Saboya como Rey de los españoles.

Reinado de Amadeo I. 

Tras la elección de Amadeo, las Cortes nombran una comisión para acompañar al rey desde Italia hasta Madrid. A su llegada a Madrid, el 2 de enero de 1871, debe acudir a la basílica de Atocha en la que se hallaba el fallecido General Prim, que había sido su gran valedor, que había sido víctima de un atentado el 27 de diciembre de 1870 en la calle del Turco de Madrid. A continuación se dirige a las Cortes donde presta juramento a la Constitución y es proclamado Rey de España. 

Su reinado es breve, dos años y dos meses, e inestable, dada la alternancia constante de los gobiernos. Al final de su reinado destaca, entre otras iniciativas, la abolición de la esclavitud en la isla de Puerto Rico, cuyo proyecto presenta en la sesión del 24 de diciembre de 1872 el Ministro de Ultramar. 

El 2 de abril de 1872 don Nicolás fue elegido diputado por el distrito de La Latina (Madrid), en la candidatura de la Asamblea Federal Republicana.

El 11 de febrero de 1873 tiene lugar la renuncia del Rey Don Amadeo de Saboya a la corona de España, dando comienzo la Primera República.

Don Nicolás en sus Memorias nos cuenta: Encerrado en casa, privado por precaución de hacer visitas y de recibirlas, no estaba muy al corriente de las novedades en enero del 73. Llegó, sin embargo, un día, el 22 [de enero], en que me convencí de que el advenimiento de la República se aproximaba. 

[...] El rey don Amadeo estaba ya medio loco; se le iba acabando la paciencia. A la verdad, no le faltaba motivo: los carlistas sublevados; los amadeístas impotentes; intrigas de unos, chismes de otros, conspiraciones por uno y otro lado; Cataluña, excepto las ciudades, en poder de los carlistas; los negreros amenazándole con la pérdida de las colonias si las Cortes votaban la abolición inmediata de la esclavitud; los artilleros faltando a la disciplina; groserías incesantes de personas y familias que, a lo menos, debían de tener educación; desaires de todo el mundo; apuros de la Hacienda... Fue un rey leal, pero su dignidad de hombre le imponía la abdicación; hubiera ganado mucho renunciando a la corona algunos meses antes. 

LLEGA LA PRIMERA REPÚBLICA.- Proclamada la República, el presidente Figueras instó a don Nicolás a reingresar en el Ejército y, ante su negativa, el presidente Pi y Margall le confió el Gobierno Civil de Madrid, desde donde neutralizó varios conatos subversivos. El 13 de mayo de 1873 fue elegido diputado por los distritos de Baeza, Orgaz y Santa Cruz de Tenerife, optando por representar a la capital canaria. 

Don Nicolás en sus Memorias nos sigue contando: Quedó establecida la República el 11 de febrero [de 1873]. El rey salió de Madrid el 12. En la noche del 11 al 12 hubo tantas y tales iluminaciones, que yo estaba indignado. Mi casa fue la única sin iluminar en toda la calle de Hortaleza, en la que no había ni una ventana amadeísta ni un balcón alfonsino sin sus faroles grandes o pequeños. Iluminaron hasta los carlistas; pero los farolillos que más me repugnaban eran los de aquellos progresistas que habían sido cortesanos de don Amadeo. 

Pocos días después de proclamada la República me escribió el señor Figueras, presidente del Poder ejecutivo: «Contreras va a ser nombrado capitán general de Cataluña y quiere que vaya usted a la misma capital de gobernador civil. Navarrete y otros señores piden que vaya usted de gobernador a Cádiz. Yo creo que usted debe reintegrarse en el ejército. Dígame usted qué hacemos.»

Le contesté: «Aceptaré el cargo civil en que usted considere que puedo servir útilmente a la República; pero no me hable usted de volver al ejército, porque he renunciado para siempre a la milicia.» Me quedé esperando su resolución y no resolvió nada. 

Durante este periodo republicano, se suceden cuatro presidentes en los once meses que dura la Primera República, que tienen que hacer frente al problema de la insurrección cantonal:  Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar. 

Los cuatro presidentes republicanos.

Don Nicolás en sus Memorias nos sigue contando: Yo no sabía absolutamente nada de la crisis ni conocía la gravedad de aquella situación, cuando recibí un recado de [Estanislao] Figueras para que fuese a verlo sin perder minuto. Como era la una y media de la noche, adiviné que algo muy serio ocurría, porque Figueras, que se levantaba siempre a las seis de la mañana, era incapaz de estar levantado a aquella hora sin alguna razón extraordinaria. Acudí en el acto al llamamiento de Figueras y me dijo:

- Ahora mismo, con ese mismo traje, vaya usted a tomar posesión del Gobierno Civil [de Madrid].

Un tanto sorprendido, quise exponerle alguna observación, pero agregó seguidamente: 

- Si no quiere usted ser gobernador, dimita usted dentro de dos o tres días; pero en este momento no hay más remedio que aceptar. Es posible que dentro de una hora estén en la calle los realistas y mucho temo que lo estén ya en Barcelona. En seguida me hizo un resumen de la crisis y de las circunstancias y terminó diciéndome que mi nombramiento de gobernador, acordado en Consejo de Ministros, estaba ya en la redacción de la Gaceta

El periodo republicano estuvo marcado por tres conflictos armados simultáneos: la guerra en Cuba con una duración de diez años, la tercera guerra carlista y la sublevación cantonal. 

Estados de la Nación Española propuestos en el 
proyecto de Constitución Federal de 1873.

Ese mismo año de 1873, la Comisión Constitucional de las Cortes presenta el proyecto de Constitución federal de la República española, que había sido redactado  en poco tiempo por Castelar. Es un texto estructurado en 117 artículos divididos en 18 títulos. En su artículo 1 se expresaba que la nación española asume la forma de una república federal integrada en diferentes estados que quedan definidos en el título primero: Andalucía Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, Puerto Rico, Valencia y Regiones Vascongadas.

En cuanto al resto de territorios que pertenecían a España en aquellos momentos, el citado proyecto constitucional preveía que "Las islas Filipinas, de Fernando Poo, Annobón, Corisco, y los establecimientos de África, componen territorios que, a medida de sus progresos, se elevarán a Estados por los poderes públicos."

El Compromiso Estévanez.

En ese momento republicano, en Canarias, el conflicto secular entre las dos islas principales de Gran Canaria y Tenerife, derivó en el denominado “Compromiso Estévanez”, denominado así por ser don Nicolás el componedor de sus voluntades y su mayor mentor. Este compromiso rubricado por los cinco Diputados por Canarias el 19 de junio del año 1873 acordaba  que  el  que  resultase  elegido  diputado en  las  futuras Cortes Constituyentes  de  la República (que nunca tuvieron lugar)  propondría y defendería la subdivisión del Estado de Canarias en dos cantones o dos subestados, el oriental y el occidental, y en el caso de que esta subdivisión fuese rechazada por las Cortes, se estableciese un turno entre las islas de Tenerife y Gran Canaria para que ambas se alternasen en la condición de sede de la Dieta o Parlamento del Estado canario. Para Marcos Guimerá Peraza este fue el primer reconocimiento pactado de la división de la Provincia de Canarias, que atrajo sobre las cabezas de Estébanez y el Marqués de la Florida, diputado tinerfeño, los durísimos reproches de sus paisanos "occidentales".

Pero ninguno de los diputados canarios firmantes del documento alcanzó votos suficientes para formar parte de la Comisión Constitucional que redactaba el proyecto de Constitución federal.

De todas maneras, el proyecto de Constitución republicana federal no llegó a aprobarse porque la sublevación acaecida el 3 de enero de 1874 encabezada por el General Pavía suspendió la Constitución que estaba vigente y los derechos y libertades, y laminó cualquier vestigio descentralizador durante la Primera República y los años que restaron al siglo XIX, y así fue hasta la aprobación de la Constitución de 1978, en el último tercio del siglo XX, con la configuración de las autonomías actuales.

En su calidad de Gobernador Civil de Madrid, don Nicolás nos relata la situación en la capital en el periodo republicano: Como gobernador civil de la provincia, estuve en condiciones de apreciar mejor que nunca el estado de la opinión de Madrid. Había, ciertamente, más republicanos que en el 68, pero continuaba siendo la población más monárquica de España. El vecindario, en aquel tiempo, nos era hostil. No sólo se conspiraba a todas horas, sino que conspiraba todo el mundo. Si yo tuve la suerte de que se me respetara y se me hiciera justicia, fue, sin duda, porque di bastantes pruebas -por qué no he de decirlo- de actividad, de vigilancia y de imparcialidad. 

Bandera de la Primera República Española (1873–1874).

NICOLÁS ESTÉVANEZ, MINISTRO DE LA GUERRA.- El 11 de junio de 1873, al hacerse cargo su amigo Pi y Margall de la Presidencia del Poder Ejecutivo de España, le nombró ministro de la Guerra. Durante su breve mandato, sólo dieciocho días, sin embargo, creó y marcó los objetivos de la trascendental Comisión de Reorganización del Ejército, presidida por el general Orozco e integrada por 20 vocales, dos por cada cuerpo e instituto armado. Sus conclusiones, rendidas tres meses después, sentaron las bases que inspiraron cuantas reformas militares abordaron los sucesivos gobiernos de la Restauración.

En sus Memorias, don Nicolás expresa sus impresiones sobre este momento en que lo nombran Ministro de la Guerra: El año 73 hubo en España seis ministros de la Guerra, y yo lo fui menos tiempo que los otros: apenas tres semanas. Por eso a los que digan que en el Ministerio no hice nada, pudiera responderles:

1º Que así cumplí estrictamente el programa de la fracción más gubernamental de la Asamblea.

2º Que no tuve tiempo de hacer mucho, aunque hubiera abrigado ese propósito. 

Y 3º Que en un Ministerio como el de la Guerra, donde está probado que pueden hacerse muchas cosas, me alegro infinito de no haber hecho ninguna.

Conste, pues, que no hice nada; bien se alegrarían algunos de poder decir lo mismo. Sin embargo, en veinte días solamente, plazo corto para cosas grandes, hice algunas cosas chicas:

Disolví los cuerpos francos.

Nombré la Comisión reorganizadora del ejército.

Creé la medalla militar de Cuba.

Se dirá que los tiempos no eran los más indicados para medallitas. Sí que lo eran. No doy ninguna importancia a las condecoraciones, y seguramente que no me habrá visto nadie con las mías. Pero en aquel momento la medalla de Cuba era una satisfacción debida a los militares, y diré por qué: los ministros de don Amadeo habían concedido una medalla a los voluntarios de la isla, desairando al ejército, y me pareció oportuno y justo conceder otra a los que peleaban. 

El 28 de junio siguiente, don Nicolás, ante la resistencia del gobierno a respaldar las medidas necesarias para restaurar la disciplina en los campos de batalla, presentó la dimisión como ministro, y se limitó a ejercer su labor de diputado en las Cortes, interviniendo sólo en debates de carácter castrense o que afectaran a las islas Canarias. 

Don Nicolás dimitiría de su cartera de Ministro de la Guerra, en efecto, el 28 de junio de ese año 1873. Y el 18 de julio, el nuevo Presidente del Poder Ejecutivo, Salmerón sustituiría a Pi y Margall al frente del Gobierno.

Don Nicolás reflexiona: A fines de junio se me aceptó la dimisión que yo tenía anunciada desde el primer consejo de ministros. Y la había anunciado porque no se me autorizaba a restablecer la disciplina en el ejército de la única manera, a mi entender, posible: castigando con dureza, y no tanto a los soldados como a los oficiales. 

FINAL DE LA EXPERIENCIA REPUBLICANA.- En efecto, la experiencia de la Primera República termina con el golpe de estado del General Pavía, un pronunciamiento militar que se produce el 3 de enero de 1874, encabezado por Manuel Pavía, capitán general de Castilla la Nueva cuya jurisdicción incluía Madrid. Consistió en la ocupación del edificio del Congreso de los Diputados por guardias civiles y soldados que desalojaron del mismo a los diputados cuando se estaba procediendo a la votación de un nuevo presidente del poder ejecutivo de la República (¿verdad que este episodio suena muy similar a otro ocurrido el 23 de febrero de 1981 llevado a cabo por Tejero?). Ante los acontecimientos de Madrid, don Patricio con su familia decide exiliarse en Portugal.

En los momentos previos al pronunciamiento del General Pavía, en la madrugada de ese 3 de enero de 1874, con su suegra de cuerpo presente en su domicilio, acudió a votar a la Asamblea, donde fue abordado por dos ayudantes de campo de Pavía, a los que ofreció un pronóstico tan pesimista del desenlace del debate, que influyó decisivamente en la determinación del capitán general de interrumpir la sesión, entrando en el Palacio de las Cortes.

Esta primera experiencia republicana termina, pues, el 3 de enero de 1874 tras el golpe de estado del General Pavía, que allana el camino al pronunciamiento militar de Martínez Campos el 29 de diciembre de ese mismo año que devuelve la monarquía a la dinastía de los Borbones en la cabeza de Alfonso XII, hijo de Isabel II. Se inicia así un nuevo período histórico, conocido como la Restauración.

En sus Memorias, don Nicolás habla de su amigo y Presidente del Consejo de Ministros que le había nombrado Ministro de la Guerra, don Francisco Pi y Margall (Barcelona, 1824 - Madrid, 1901) también correligionario del ideario republicano federal: Una de las cosas que demuestran el valer inmenso de aquel hombre es la inmensidad del odio que inspiraba. No se ha combatido a nadie con la saña que se le combatió. En la Asamblea de la República se le hizo una guerra despiadada. Muerta la República, siguió siendo el blanco de los tiros de republicanos y monárquicos. Hasta que lo han enterrado no se le ha hecho la justicia a que era acreedor. [...]

En la época revolucionaria fue el más consecuente y firme campeón de la utopía federal. Pues ya son federales, sin saberlo, si no todos los republicanos, la inmensa mayoría de los monárquicos. No se llamarán federalistas, sino regionalistas, autonomistas, descentralizadores, comuneros y otras varias cosas; pero que todas trascienden a federalismo. Por propagar lo que hoy piden los más conservadores monárquicos nos hubieran fusilado, no hace mucho tiempo, esos mismos que lo piden. 

Pues bien, para el investigador de la Universidad de La Laguna, Néstor Hernández López, al abordar el ideario político republicano federal de don Nicolás Estévanez, indefectiblemente, surge su vinculación con el pensamiento de Pi y Margall. No en vano, fue un colaborador directo del político catalán Francisco Pi y Margall, con quien compartió militancia, redacción de varios diarios o semanarios de prensa... Con él participó en la constitución del Partido Republicano Federal en septiembre de 1868 y fue miembro de su Directorio, del que llegó a ocupar la presidencia.

Don Nicolás compartió con Pi que el federalismo es un proceso de autonomía de los ayuntamientos y de las regiones. Así lo expone de su propio puño y letra afirmando que “los federales no podemos fundirnos con los unitarios, y son unitarios todos los que no aceptan la autonomía política de los municipios y de las regiones”. Pretendió hacer extensivo este modelo de autonomía no solo a los territorios peninsulares, sino también a las islas Canarias, Baleares y las Antillas. Es más, consideraba que el problema de las insurrecciones de Cuba y Puerto Rico se solucionaría con la concesión de la autonomía a dichos territorios. Es, pues, Estévanez un partidario de la construcción de una España federal integrada por todos los territorios a los dos lados del Atlántico.

Restaurado el rey Alfonso XII en el trono de España y a instancias del embajador español en Lisboa, a don Nicolás se le forzó a salir de Portugal, donde estaba exiliado, trasladándose con su familia a París en marzo de 1876. Tras visitar durante tres meses Nueva York, La Habana y México, regresó a la capital francesa, donde comenzó a trabajar junto con su hermano Patricio, como traductor de francés, inglés, griego y latín en la librería española de Garnier Hermanos.

General Manuel Pavía.

BALANCE POLÍTICO DE LA PRIMERA REPÚBLICA.- Según El historiador Manuel Suárez Cortina, la Primera República «fue un ensayo, frustrado, de recomponer sobre nuevos supuestos políticos, morales y territoriales el Estado y la nación españoles surgidos de la revolución liberal en las décadas treinta y cuarenta».

Suárez Cortina también ha destacado que la República tuvo que enfrentarse a «tres dificultades difícilmente salvables para un régimen en construcción. Dos conflictos heredados, la guerra en Cuba, y el levantamiento carlista,… y uno surgido en las entrañas de la República, la revolución cantonal... El efecto combinado de estos tres referentes ―guerras colonial, carlista y cantonal― fue la debilidad de un régimen que no logró estabilizarse y que ni siquiera se constitucionalizó… acentuada, además, por el aislamiento internacional ―solo EE. UU. y Suiza reconocieron a la República española―… [y] la creciente oposición de un sector del ejército, cada vez más alejado de los dirigentes republicanos, que a menudo conspiraba con los radicales y que de forma creciente adquiría más protagonismo ante la persistencia de los conflictos militares…».

En efecto, el balance de la Primera República española (1873-1874) puede considerarse globalmente negativo, pues fue un periodo caracterizado por una gran inestabilidad política, una crisis económica, por conflictos bélicos (guerras carlistas y guerra de Cuba) y una efímera duración que culminó con un golpe de Estado y el restablecimiento de la monarquía de nuevo con los Borbones. En efecto, el gobierno republicano heredó una situación financiera precaria, pues tuvo que hacer frente a la Tercera Guerra Carlista y a la guerra de Cuba, y sufrió múltiples cambios de gobierno en apenas un año de vida del régimen republicano, evidenciando la fragilidad de esta experiencia política. También supuso el fracaso de la República Federal, como sistema de descentralización territorial, pues los intentos de establecer una república federal, como así hubiera deseado don Nicolás Estévanez, y la declaración de algunas regiones como "cantones", proclamando una autonomía radical, generaron más caos y fragmentación territorial, por lo que no fue posible lograr una consolidación del poder central, y en definitiva, del sistema republicano. Su frustración nos legó, pues, la imagen de una utopía que marcó de forma intensa los componentes antifederales de la cultura política de gran parte de los españoles en aquellos momentos.

Pedro R. Castro Simancas, 01.10.2025.
Festividad de San Geraldo Edwards.
Ampliado el 03.10.2025.

Fuentes:

ESTÉVANEZ Y MURPHY, Nicolás (1989): Fragmentos de mis memorias (Edición de Nicolás Reyes González), Viceconsejería de Cultura y Deportes, Gobierno de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1989.

GUIMERÁ PERAZA, Marcos (2003): Biografía Política e Historia Canaria, Tomo III, Viceconsejería de Cultura y Deportes, Gobierno de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 2003.

HERNÁNEZ LÓPEZ, Néstor (2016): "Modelo de estado en el pensamiento político de Nicolás Estévanez", en XXI Coloquio de Historia Canario-Americana (2014)pp. 1-13, Casa de Colón, Las Palmas de Gran Canaria, 2016.

SUÁREZ CORTINA, Manuel (ed.) (2023): La Federal. La Primera República Española, Ed. Sílex, Madrid, 2023.

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