La conquista del Atlántico (II): Relevancia del papel jugado por el infante de Portugal don Enrique El Navegante sobre las islas Canarias.

Seguimos en esta segunda parte nuestro artículo dedicado al papel jugado por el infante don Enrique El Navegante, entrando en otras iniciativas de conquista del Reino de Portugal en algunas de las islas Canarias.

Mapa medieval de la costa africana y las islas atlánticas.

Concretamente, en la isla de Gran Canaria (que todavía no estaba conquistada), existía una fortaleza en Gando, edificada por el señor de Lanzarote, don Diego García de Herrera. Según Rumeu de Armas, dicha fortaleza tuvo que ser cimentada en una fecha estimada entre 1457-1459. Pues bien, la diminuta fortaleza sería sometida a prueba en 1459, al ser tomada al asalto por las huestes portuguesas comandadas por Diego da Silva de Meneses, en nombre y por cuenta del Rey de Portugal.

Como Castilla y Portugal estaban por entonces en paz, aquel acto de hostilidad era un episodio más de rivalidad por el dominio y soberanía sobre el espacio atlántico que se venían disputando encarnizadamente entre ambas coronas. En 1460, las reclamaciones diplomáticas por parte del monarca castellano Enrique IV, determinaron que la torre de Gando fuese devuelta a su legítimo poseedor, el señor de Lanzarote. La conquista y ocupación de dicha torre fue la última de las empresas militares del infante lusitano don Enrique El Navegante, organizada y preparada cuando ya estaba con un pie en el sepulcro, pues, efectivamente, el Príncipe fallece en Sagres en 1460.

La orden de Alfonso V, rey de Portugal, para que Diego da Silva entregase la fortaleza de Gando es de 10 de junio de 1461. Sin embargo, sólo tras un acuerdo matrimonial y por mediación de los reyes de Castilla y de Portugal, la torre de Gando sería devuelta a los Peraza (señores de Lanzarote) en 1461 o 1463, aunque quedando el portugués da Silva como gobernador. 

Sin embargo, los portugueses no cejaron en sus planes de dominio sobre las islas Canarias, sino que, antes bien, los intensificaron. En 1463, don Pedro de Meneses, gobernador de Ceuta (que era dominio portugués), dirigió personalmente al Papa Pío II una apremiante solicitud para que le fuese otorgado el derecho de conquista sobre Gran Canaria, La Palma y Tenerife, que permanecían en poder de infieles o paganos. El romano pontífice, mal informado seguramente, accedió a lo solicitado por una Bula de 13 de octubre de 1463, si bien la misma, nunca le fue notificada al solicitante, por lo que no tuvo eficacia jurídica. Rumeu de Armas cree ver en la larga demora para la notificación de la Bula, una prueba evidente de la actuación de la diplomacia castellana en la corte de Roma con objeto de parar el golpe. No obstante, como ya hemos comentado, estas escaramuzas del reino de Portugal para intentar militar o diplomáticamente la conquista de algunas de las islas Canarias, no quedan zanjadas hasta la firma entre los dos reinos de Portugal y Castilla del citado Tratado de Alcáçovas, en el que Portugal reconoce definitivamente a Castilla el dominio de la totalidad de las islas Canarias.


LA CONQUISTA DE LA GOMERA.- Por último, nos vamos a detener en el caso particular de la conquista de la isla de La Gomera, la cual no fue conquistada por obra de una campaña guerrera organizada ex profeso, como seguidamente veremos, sino que sufrió un proceso de aculturación y dominación progresivo.

Por ello, la conquista de La Gomera tiene un carácter diferenciado respecto a las anteriores ocupaciones de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro. Antes de la llegada del normando Juan de Bethencourt en el año 1402, ya había fallecido el último rey aborigen, llamado Amalahuige que había gobernado la totalidad de la isla, estando dividida en los tiempos de Hernán Peraza en cuatro cantones dirigidos por Alguabozegue, Alhagal, Aberbequeye y Masegue.

Pero la isla tardaría muchas décadas en ser finalmente sometida, y serían los propios gomeros quiénes con el paso del tiempo irían integrándose cada vez más en las costumbres y usos castellanos. El primer desembarco que se produce por parte de Hernán Peraza tiene lugar en 1447, momento en que edifica la torre todavía en pie conocida como la "Torre del Conde", consiguiendo pactar con uno de los bandos que sí se encontraba dispuesto a acatar su autoridad cómo señor.

En palabras de Juan Iñíguez de Atabe, secuestrador de Lanzarote: 

[...] fizo en ella una torre e porque él mostraba más favor a un capitán de los canarios della, porqué él fué el primero que vino a su obedicencia, que otros capitanes de la dicha Isla, se rebelaron e se alzaron por el Infante D. Enrique de Portugal, e que cada día había el dicho su capitán e la gente del dicho Ferrand Peraça que con él, estaba conquista con los otros capitanes. 

En efecto, a lo que sí tuvieron que hacer frente los Peraza fue a la presencia portuguesa en la isla enfrentándose a los mismos durante varios años (1447-1454), corriendo la defensa generalmente a cargo de los propios gomeros, vasallos de los Peraza. Durante estos años la Torre del Conde jamás fue tomada por los portugueses. El ataque más importante tuvo lugar en 1450, perpetrado por ocho carabelas y una fusta, y de él dice concretamente Juan II de Portugal que "fueron a combatir… la isla de Gomera, aunque a su desplacer se hobieron de despartir de ella porque les fué resistido." 

La Isla estuvo, por tanto, todo este período de tiempo durante el siglo XV, repartida entre ambos contendientes, lo que conlleva la progresiva influencia cristiana en la Isla sin una conquista militar propiamente dicha. No fue hasta 1454 que Diego García de Herrera, marido de la hija de Hernán Peraza, Inés Peraza, el que consigue expulsar definitivamente a los portugueses de La Gomera.

La emboscada de Chipude contra los portugueses.

Como episodio singular, digno de ser recordado, figura uno de los hitos más importantes de la historia de la conquista de La Gomera y que tuvo lugar en la primera mitad del siglo XV. Se trata del fallido intento de conquista de la isla por parte de Portugal, en el que en dicho suceso, la “Fortaleza de Chipude” tuvo un papel decisivo.

La Fortaleza de Chipude, también conocida por los antiguos gomeros como Argodey, es una montaña en forma de meseta, de 1.243 metros de altitud y 300 metros de diámetro, de paredes rocosas casi verticales y con una cima más bien plana, localizada en el municipio de Vallehermoso, en la zona de Chipude.

El marino portugués Fernando de Castro, por cuenta de don Enrique El Navegante, capitaneó la campaña que contaba con 12 carabelas que transportaban 2.500 hombres y 120 caballos. Tras un ataque fallido a Gran Canaria se dirigieron a La Gomera a la que consideraban más fácil de conquistar, al ser más pequeña y tener defensas más débiles. Desembarcaron en el puerto de Hirupe, identificado por algunos historiadores como la ensenada cercana a los Roques de Argüamul, en Vallehermoso. 

Fortaleza de Chipude (La Gomera).

El primer enfrentamiento, por tanto, entre los portugueses y los antiguos gomeros se cree que se produjo en Argüalmul, un terreno muy accidentado con enormes precipicios y declives. Durante la contienda, los invasores mataron al hermano del jefe cantonal, tras lo cual, la fiereza inicial de los aborígenes pareció esfumarse.

Los portugueses, avanzaron entonces fácilmente tierra adentro mientras los naturales huían a través de las lomas de Tazo y Epina.  Dicha huida ocultaba una hábil estrategia, en la que los portugueses, confiados cayeron sin darse cuenta. Los gomeros, sabedores de su inferioridad numérica recurrieron a la astucia y cercaron a los invasores en la mencionada Fortaleza de Chipude. Tras varios días de sitio, los portugueses se rindieron y el rey gomero mostró, sin embargo, su piedad y generosidad para con los vencidos perdonándoles la vida. Pero no sólo fueron perdonados…entre vencedores y vencidos hubo un pacto que les permitió vivir juntos en paz y concordia. Mediante este pacto, Don Enrique El Navegante, aunque no pudo conquistar La Gomera, sin embargo, consiguió tener una base propia en Canarias para sus operaciones en África, durante bastante tiempo, como hemos apuntado, hasta el año 1454.

Si profundizamos más en las características del ambiente histórico de La Gomera en esa época del siglo XV, el profesor Pérez Voituriez de la Universidad de La Laguna, recuerda que la isla, en efecto, no fue conquistada por los normandos, y que se había ido relacionando pacífica y comercialmente, entrando en una vinculación de amistad, unas tribus con los portugueses, a través del príncipe don Enrique, y otras con los castellanos, a través de los Peraza. Así don Enrique El Navegante conservaba como aliados una o dos de las cuatro tribus o cantones indígenas gomeros. Según cuenta Russell, sabemos por el cronista portugués Gomes Eanes de Zurara, íntimo del príncipe Enrique El Navegante, que incluso algunos jefes gomeros fueron invitados a pasar temporadas en Portugal en casa de Don Enrique, con el fin de granjear su apoyo contra los Peraza en la isla.

Afirmaba el profesor austriaco Wölfel en 1933, que incluso después del proceso de conquista y pese al cese de la intervención de los portugueses, la isla de La Gomera permaneció, sin embargo, semi independiente. Conservó su antigua estructura social con las cuatro tribus o cantones, y siendo leales a Hernán Peraza, los naturales de la banda o cantón de Orone le concedieron la orchilla, el pago de un tributo sobre los ganados y el dominio del puerto de San Sebastián y de la torre con su pequeña guarnición y población, que era de castellanos e indígenas de las otras islas, únicos pobladores no gomeros, que pudieron residir en aquella parte de la isla que con el tiempo se convertirá en capital de La Gomera.

Pedro R. Castro Simancas, 28.08.2024.


Fuentes:

PÉREZ VOITURIEZ, Antonio (1989): Los aborígenes canarios y los derechos humanos, Ed. Centro de la Cultura Popular Canaria, Santa Cruz de Tenerife, 1989.

RUSSELL, Peter (1978): "El descubrimiento de Canarias y el debate medieval acerca de los derechos de los príncipes y pueblos paganos", en Revista de Historia Canaria, nº 171, pp. 9-32, Universidad de La Laguna, 1978.

RUMEU DE ARMAS, Antonio (1975): La conquista de Tenerife. 1494-1496, Ed. Aula de Cultura de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1975.

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