La Gomera (II): La vida de Beatriz de Bobadilla y Osorio, "La Cazadora", cruel, ninfómana y codiciosa.
Continuando con la vida y andanzas de doña Beatriz de Bobadilla y Osorio, señora de La Gomera y de El Hierro, nos proponemos en este capítulo II reavivar la personalidad erótica de "La Cazadora", aunque, en este caso, limitándonos a estudiar de las que se tienen noticias, sobre las relaciones amorosas extraconyugales, es decir, en palabras del profesor Rumeu de Armas, "de sus amoríos".
LA CAZADORA Y SUS AMORÍOS.- Documentado solo hay un caso (su relación clandestina con Rodrigo Téllez de Girón), pero por rumores y habladurías se habla de varios amantes famosos que a lo largo de su vida tuvo Beatriz de Bobadilla 'La Cazadora': entre otros, el rey Fernando y el almirante Cristóbal Colón.
Rodrigo Téllez de Girón.
El primer amante del que se tiene noticias, era nada menos que el joven y apuesto Gran Maestre de los aguerridos caballeros de la Orden de Calatrava, don Rodrigo Téllez de Girón. La pareja de moda a finales del siglo XV y una boda imposible, pues el galán no podía casarse, pues los calatravos eran frailes y por tanto, célibes, y no podían hacerlo, salvo bula papal que les autorizara. De hecho, el padre del mozo, Pedro Girón, también Gran Maestre de la Orden, tuvo cuatro hijos reconocidos. Él renunció al cargo y lo entregó a su hijo, que tenía ¡10 años! para así poder casarse nada menos que con Isabel de Castilla, cuando era princesa y antes de que apareciera Fernando. No llegó, bien es sabido, a celebrarse la pretendida boda. Tan solo un par de días antes y cuando se dirigía a sus esponsales, él se puso muy enfermo y murió de manera repentina a los pocos días antes de la proyectada boda (a lo peor, no se sabe, si como consecuencia de un envenenamiento).
El hijo Rodrigo, con 10 años, mantuvo el cargo, pero su ejercicio efectivo lo tuvo su tutor y tío Juan Pacheco hasta que cumplió los 18, y aunque el Papa había transigido con la condición de que hubiera de esperar hasta los 25, al final fue maestre con todas las bendiciones. Como tal, fue primer contrario a las aspiraciones de Isabel al trono de Castilla, ya reina, y partidario de Juana la Beltraneja y luego ya se cambió de bando donde fue bien recibido por la reina Isabel. Sin embargo, la bienvenida mejor parece que fue la de Beatriz, a la sazón dama de la Corte castellana, y sus amores poco tardaron en ser, no solo notorios, sino hasta pregonados y llevados con galanura por ambos. De esta manera Rodrigo Téllez se consideró su servidor.
Incluso su propio tío, don Rodrigo de Bobadilla, le achaca, sin dar a ello mayor importancia, haber sido "servidora", es decir, amante, del poderoso maestre de la Orden de Calatrava don Rodrigo Téllez de Girón. Un testigo de la época declaró que "Joan de Bovadilla avía tenido una hija muy hermosa, del nombre de la cual no tiene noticia; e que desta dicha hija del dicho Joan de Bovadilla, fue su servidor el maestre [Rodrigo] de Girón, maestre de Calatrava, el cual murió en una escaramuza en el Real de [Loja]..."
En efecto, se halla probado que doña Beatriz de Bobadilla conoció a Rodrigo Téllez de Girón antes del año 1482, fecha de su trágica muerte. 'Servidor' quiere decir en el lenguaje del siglo XV, amante. Quedan, por tanto, probadas las relaciones amorosas entre Rodrigo Téllez de Girón y Beatriz de Bobadilla.
Sin embargo, como hemos comentado, los maestres y caballeros de la Orden de Calatrava, de acuerdo con lo establecido por la regla monacal del Císter, no podían contraer matrimonio por estar obligados al voto de castidad.
Todo iba bien y dentro de lo que cabía y era tolerable, hasta que al maestre, cumpliendo como bravo soldado en la guerra de la conquista de Granada que los reyes habían comenzado hacia dos años, le alcanzaron dos saetas moras en el cerco de Loja y una le entró por el ojo y la otra por la garganta. Murió trágicamente que se diría en la flor de la vida, con tan solo 26 años. Ella, Beatriz la hermosa, solo 22 tenía.
El rey Fernando El Católico.
Fernando fue infiel a su esposa Isabel antes y después del matrimonio. Isabel conocía de antiguo las aventuras eróticas de Fernando de soltero y de sus consecuencias. La más conocida de sus amantes fue Aldonza Roig de Ivorra, con la que concibió a dos bastardos. También tuvo como amante a Juana Nicolás, una plebeya con la que engendró una hija. La lista de infidelidades fue muy larga, aunque la más polémica de todas ellas fue la que vivió con Beatriz de Bobadilla, mientras estaba en la Corte como dama de compañía de Isabel.
Hernando del Pulgar dice que "la reina era ilimitadamente celosa de los amores de don Fernando". Lucio Marineo Sículo es aún más explícito:
"Ella lo amaba de tal manera, era tan solícita y sus celos tan vigilantes, que si sentía que él miraba a alguna dama de la Corte con un atisbo de deseo, con gran discreción procuraría la manera de despedir a esa persona de su casa".
Beatriz de Bobadilla después de enamorar al maestre de Calatrava, del que fue amante, enseguida encandiló al rey Fernando de Aragón, siempre atento a las cortesanas hermosas. En efecto, la joven dama de 20 años vio como su amante, el maestre de Calatrava moría oportunamente en una batalla contra los moros cerca de Granada, lo que facilitaba que el rey se convirtiera en su nuevo querido. La reina, muerta de celos al tener a su contrincante en la corte, planeó asesinarla, pero su tía intercedió para que la joven se casara con Fernán Peraza, señor de La Gomera, como ya hemos podido comentar.
En 1480, la reina advirtió, según cuenta el embajador y académico Vaca de Osma, que una bellísima morena de ojos verdes, a su servicio, había atraído las miradas de don Fernando. Se llamaba Beatriz de Bobadilla. Coincidieron aquellos celos con la llegada a Madrid de Fernán Peraza, señor de La Gomera, acusado de la muerte de Juan Rejón. Don Fernando le perdonó con la condición de que armara por su cuenta una fuerza para conquistar Gran Canaria. Isabel aprovechó la ocasión y puso una nueva condición: que Peraza se casara con la bellísima.
La primera fuente en recoger los amoríos de Fernando con Beatriz es una de las Crónicas de la conquista de Gran Canaria, el manuscrito llamado Ovetense (pues se conserva en Oviedo) cuya redacción puede fijarse en 1526. El autor se muestra moderado en sus manifestaciones, reduciendo el drama a comedia:
"La reina ... en aquella ocasión tenía muchos celos de una su dama llamada doña Biatris de Bobadilla, muy hermosa y discreta, a quien el rey le parecía que miraba y estimaba más que a las otras; y viendo que era buena ocasión para quitarla delante de los ojos, que era lo que mucho deseaba, ... lo pidió al rey con mucho encarecimiento, diciéndole que si en alguna cosa pretendía darle gusto lo había de ver en la ocasión presente; que ella deseaba mucho el poner en estado a doña Biatris de Bobadilla, que gustaría muchísimo que la casase con Hernán Peraza, sacándole de la prisión en que estaba, porque ella estaba informada de cierto que no había tenido culpa en el delito que se le imputaba [por la muerte del gobernador Juan Rejón]."
Por su parte, el cronista Juan de Abreu Galindo (1632) apenas si rebaja los juicios en su narración:
"La católica reina doña Isabel, por asegurarse de sospechas que tenía y celos, mandó a Hernán Peraza casarse con doña Beatriz de Bobadilla, sobrina de la marquesa de Moya, dama suya, hermosa en todo extremo, a quien el rey mostraba alguna afición. Efectuóse casamiento (ocasión honesta para sacarla de la corte), y Hernán Peraza fue dado por libre; y muy contento se vino con su hermosa y avisada esposa..."
En efecto, Isabel la Católica la quitó de circulación y la mandó a Canarias al sospechar que tenía algo con su marido el rey Fernando. Por ello, la forzó en 1481 a casarse con Fernán Peraza, señor de La Gomera, tal como ya hemos señalado.
Cristóbal Colón.
Beatriz, en la Corte, en aquellos años en el tramo definitivo de la guerra de Granada parece que se dedicó a otra caza, en la que no tenía rival alguna. Cristóbal Colón que andaba por allí intentado vender su viaje fue uno de ellos. Tanto fue el impacto y tan prendado quedó que hasta pensó en matrimoniar con ella. Ella entonces picaba más alto.
Según el profesor Rumeu de Armas, la circunstancia de que Colón y la Bobadilla se conociesen en Córdoba, en el segundo semestre de 1491, tiene grandes visos de verosimilitud, y a la sazón el tío de la dama castellana, Francisco de Bobadilla, era corregidor de la ciudad califal.
Colón prosiguió cortejándola, y la vio antes de partir en el Puerto de Santa María hacia La Gomera. E intentó encontrarse con ella en la isla de La Gomera al llevar allí a reparar a La Pinta, pero ella estaba ausente. Sí lo consiguió en su segundo viaje, cuando ya era el descubridor de las Indias y fue un encuentro muy sonado según cuenta el paisano del genovés, Michelle de Cuneo, que iba en el segundo viaje.
El Almirante hizo engalanar y embanderar las naves, hizo subir a galopines y grumetes por las vergas para llenarlas de color y gallardetes y gastó pólvora en salvas de lombardas y fuegos artificiales anunciando a la bella dama su llegada al puerto de San Sebastián de La Gomera. Ella, viuda, le recibió en La Gomera con alegría y hospitalidad íntima al decir de las lenguas marineras. La aguada demoró bastantes días. «Todo ello se hace por causa de la señora de este dicho lugar, de la cual nuestro señor Almirante está encendido de amor ("tincto de amore") desde otros tiempos."
En efecto, en su carta-relación Michele de Cuneo nos cuenta el siguiente relato:
"El día 3 de octubre [de 1493] entramos en Gran Canaria. La noche siguiente nos dimos a la vela, y el día 5 del mismo mes entramos en La Gomera, una de las islas llamadas Canarias. Sería demasiado largo, si le dijera todos los triunfos, los tiros de bombarda y los fuegos artificiales que hemos hecho en aquel lugar. Todo ello se hizo por causa de la señora del dicho lugar, de la cual nuestro señor almirante estuvo encendido de amor en otros tiempos. En dicho lugar cogimos refrescos de todo lo necesario, y el día 10 de octubre dimos a la vela para tornar nuestra derrota."
Colón volvió a pasar por la Gomera, pero se encontró a Beatriz de nuevo, pero ahora casada. Lo había hecho en el 1488, esta vez nada menos que con el Adelantado de Canarias, Alonso Fernández de Lugo, a quien ayudó con sus dineros y combatientes gomeros a conquistar la isla de Tenerife. La Cazadora ya había cazado marido y no solo eso. Gobernó su señorío en nombre de su hijo Guillén, todavía menor de edad, (actuando como señora de El Hierro y La Gomera), y por su parte, su hija Inés casaría luego con el hijo de su marido, Pedro Fernández de Lugo, pues entre ambos no había parentesco consanguíneo alguno y que, a la postre, heredaría al padre en tierras y en el cargo de Adelantado de Canarias y gobernador de las islas de Tenerife y La Palma.
¿Más amoríos?
Se le atribuyeron algunos otros más, con Alfonso Carrillo, señor de Caracena, tras haberlo sido también señor de Jadraque y Mandayona (Guadalajara) y sus castillos, y hasta se dice que había seducido a un paje del Príncipe Juan, el hijo mayor de los reyes, el que luego sería gran cronista de Indias, Gonzalo Fernández de Oviedo, cosa dudosa, desde luego, pues se trataba de un paje que entonces apenas tenía 14 años.
La leyenda de La Cazadora ya estaba forjada. «Mujer despiadada, cruel, sanguinaria, ambiciosa, ladrona y ninfómana», a la que se unió el de dama sangrienta, traficante de esclavos y envenenadora, pues también se dijo que así acababa con algunos amantes en La Gomera cuando se cansaba de ellos. Pero ni siquiera con todo ello se pudo borrar la huella de su belleza.
Pedro R. Castro Simancas, 02.01.2025.
Fuentes:
RUMEU DE ARMAS, Antonio (1960): "Cristóbal Colón y Beatriz de Bobadilla en las antevísperas del descubrimiento" en El Museo Canario, nº 75-76, pp. 255-279, Ed. El Museo Canario, Las Palmas de Gran Canaria, 1960.
RUMEU DE ARMAS, Antonio (1985): "Los amoríos de doña Beatriz de Bobadilla" en Anuario de Estudios Atlánticos, nº 31, pp. 413-455, Casa de Colón, Las Palmas de Gran Canaria, 1985.
VACA DE OSMA, José Antonio (2001): Los Reyes Católicos, Espasa Calpe, S.A., Madrid, 2001.
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