Vidas desconocidas: Gonzalo Argote de Molina, conde de Lanzarote y autor de una 'Historia de Canarias'.
Gonzalo Argote de Molina (Sevilla, hacia 1551 – Las Palmas de Gran Canaria, 1596), fue hijo de Francisco de Molina, jurado de Sevilla, cuyos ascendientes por línea paterna se llamaron, según unas informaciones genealógicas, Castro y Argote, mientras que, según otras, habrían usado los apellidos de Zatico de Molina. El mismo biografiado, en las cartas dirigidas a Zurita que conserva la Real Academia de la Historia, firma en 1574 como Gonzalo Zatico de Molina, en 1575 como Gonzalo de Molina y, finalmente, en 1577, como Gonzalo Argote de Molina. Su madre, Isabel Ortiz, pertenecía también a una familia sevillana distinguida e hidalga, aunque no hay uniformidad en los apellidos de los padres de esta señora.
SU VIDA CONTADA EN SU EPITAFIO.- Según cuenta el historiador de la Real Academia de Historia, Faustino Menéndez-Pidal de Navascués, Gonzalo fue el mayor de ocho hermanos, que se llamaron, según el testamento de su padre: Leonor de Molina, esposa del señor de Villanueva; Francisca Mejías, casada con Juan de Morales; María de Molina, mujer de Juan Domingo de Tudela; Rufina Argote de Molina, esposa del licenciado Hernán López de Cárdenas, cuyo hijo heredó y dejó perder la mayor parte de los manuscritos de su tío Gonzalo (entre ellos, posiblemente una inédita 'Historia de Canarias'; Isabel; Jerónima y Juan Mejías, ciego, quizá de nacimiento.
Gonzalo Argote de Molina dejó escrito un epitafio autobiográfico, para que su hijo lo hiciese poner en la capilla que había restaurado en la iglesia sevillana de Santiago el Viejo, cuyo patronato adquirió en 1586. En este texto, del que se guarda copia en la colección Salazar de la Real Academia de la Historia, después de asegurar que desciende por varón de “Hernán Martínez de Argote, señor de Lucena y Espejo, Alcaide de los Donceles”, relata los hechos de armas en que intervino en su más temprana juventud.
Dice que se halló en 1564 en la conquista del Peñón de Vélez de la Gomera (que se encuentra a 126 kilómetros al oeste de Melilla y a 117 kilómetros al sudeste de Ceuta), “de edad de quince años”. De aquí dedujeron algunos que Gonzalo habría nacido a fines de 1548 o en 1549, pero Francisco Pacheco, el suegro del pintor Diego Velázquez, que le trató en Sevilla, escribe en 1599, en su Libro de descripción de verdaderos retratos, que Gonzalo tenía entonces trece años. Concuerda con una declaración del propio Argote ante el Tribunal de la Inquisición de Canarias, que dice ser “de edad de cuarenta y dos años poco más o menos” en abril de 1593; y también con otra información practicada en 1569, en la que varios testigos declaran que su edad era de dieciocho años. La fecha de fines de 1551 (o principios de 1552) aparece, pues, como la más probable para el nacimiento de don Gonzalo Argote de Molina, acaecido en la collación o parroquia de Santiago y, según parece, en los edificios conocidos todavía como Corral del Conde, en la ciudad de Sevilla.
Continúa escribiendo Argote en el mencionado epitafio que en el siguiente año, que sería el de 1565, le nombró el Rey Felipe II, alférez mayor de la milicia de Andalucía. Con este cargo sirvió a las órdenes de don Juan de Austria en las galeras de la Liga contra el Turco y después, en 1569, bajo el mando de Sancho de Leyva y sin sueldo, en la vigilancia de las costas de Granada durante la sublevación de los moriscos. Por estos servicios, le nombró el citdo rey Felipe II, en 1578, provincial de la Santa Hermandad (cuerpo de seguridad antecedente de la Guardia Civil), en Sevilla y su tierra, cargo que le reportaba emolumentos importantes y voz y voto en el cabildo sevillano, aunque este se opuso inicialmente al nombramiento. Lo cierto es que con las gentes de la Santa Hermandad limpió de malhechores las sierras de Jerez y Ronda, apresando a cuarenta y cinco “salteadores escopeteros”, según cuenta Argote en un memorial.
SU AFICIÓN POR EL ARTE Y LA LITERATURA.- Al mismo tiempo que participaba en estas actividades de carácter militar, cultivaba igualmente con asiduidad y acierto sus inclinaciones a los libros "y a las cosas bellas y curiosas". Cuenta el citado Francisco Pacheco que logró reunir Gonzalo Argote en su casa de la sevillana calle de Francos “(con buena elección a mucha costa suya) un famoso museo, juntando raros i peregrinos libros de Istorias impresas y de mano, luzidos i extraordinarios Cavallos de linda raça i vario pelo i una gran copia de Armas Antiguas i Modernas, que entre diferentes cabeças de animales, i famosas pinturas de Fábulas i Retratos de insignes Ombres, de mano de Alonso Sánchez Coello, hazian maravillosa correspondencia”.
En 1574 había terminado la primera de sus obras (impresas), la edición de El Conde Lucanor, que salió de las prensas en Sevilla en el siguiente año de 1575. El libro contiene además una Vida del excelentissimo príncipe Don Iuan Manuel y el primer trabajo genealógico de Argote, titulado Principio y succession de la real casa de los Manueles, donde describe la numerosa descendencia de los cinco hijos de don Juan Manuel por todas las líneas de varón y de hembra. Añade un Discurso sobre la poesía castellana y un glosario de términos antiguos con sus equivalencias.
Desde estos años hasta el de 1585, cuando marcha a Canarias, transcurre la etapa más fecunda de la vida de Argote en cuanto a sus trabajos históricos y genealógicos. Hubo de preparar por entonces sus obras más importantes y que le requirieron mayor esfuerzo de investigación: Nobleza de Andalucía, y Elogios de los conquistadores de Sevilla, además de las que aparecieron en 1582.
Para componer estas obras no se limitó Argote a estudiar los libros que poseía, sino que recogió noticias en muy diversos lugares con esfuerzo, perseverancia, inteligencia y espíritu crítico. Él mismo lo cuenta al comienzo de su citada obra Nobleza de Andalucía: “Pues aviendo visto los archivos y sepulchros de casi toda España. Y aviendo veinte años que junto papeles. Y venido a mis manos todos los originales antiguos de estos Reynos, y particularmente los que su Magestad tiene en su real librería de San Lorenço el Real [...]”.
Compuso también Argote algunas poesías; las que hoy se conocen son “elogios”, contenidos en sus obras, dedicados a sus amigos Pedro de Aguilar y el doctor Monardes, a sus maestros Ambrosio de Morales y Jerónimo de Chaves, a Fernando III el Santo y a Alfonso X el Sabio.
COMERCIANTE CON LOS CONDES DE LANZAROTE Y SU PARENTESCO MEDIANTE CASAMIENTO.- Las acciones militares, las investigaciones genealógicas e históricas, las tareas literarias, la atención a su museo y biblioteca, todavía le dejaban tiempo a Argote para dedicarse a transacciones comerciales. Se sabe, por ejemplo, que en 1582 era dueño del navío San Antonio y que efectuaba operaciones económicas diversas (obligaciones, compraventas, préstamos, comisiones...) con la familia de los Condes de Lanzarote, en las islas Canarias. Esta relación comercial dio origen a su casamiento.
Señalar que los títulos de Conde y Marqués de Lanzarote son otorgadas por el rey Felipe II, el 9 de septiembre de 1567 y 1 de mayo de 1584, respectivamente, a don Agustín de Herrera Rojas, Señor de Lanzarote y Fuerteventura.
Pues bien, es entonces en 1585 cuando Gonzalo Argote de Molina marcha a Canarias, concretamente a Lanzarote, para preparar su boda, por lo que traspasó el cargo de Provincial de la Santa Hermandad en Sevilla, por un plazo de cinco años, a Pedro Rodríguez de Herrera, pariente quizá de los condes de Lanzarote.
No se sabe cuál era la cuantía exacta de la dote de Constanza, su futura esposa (aunque se calcula que pudo ser más de siete millones de maravedís); se ha dicho que su padre, ya marqués de Lanzarote, le habría dado, además, el condado de Lanzarote, con la jurisdicción alta y baja, oficios, rentas y territorios de este estado señorial, que comprendía las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Ningún documento prueba la legalidad de tal donación, si es que existió oficialmente, pero Gonzalo Argote de Molina se tituló efectivamente Conde de Lanzarote, después de su casamiento, en numerosas ocasiones.
Según Antonio Palma Chaguaceda, es lo más probable que Argote de Molina realizara este enlace (verificado a los treinta y ocho años), no por impulso de una pasión amorosa, sino más bien movido por motivos de vanidad y de ambición.
En efecto, hecho trascendental en la vida de Gonzalo Argote fue ese matrimonio con Constanza de Herrera y Rojas, celebrado en la isla de Lanzarote, con singulares regocijos y fiestas públicas, el día de Santiago del año 1586. Era la novia, hija natural legitimada de Agustín de Herrera y Rojas, primer Conde de Lanzarote (1567) y primer marqués luego de la misma denominación (1584). No tenía éste descendencia legítima de su esposa, sino sólo dos hijas naturales, habidas con Bernardina de Cabrera, dama casada con un genovés. De las dos, prefirió a la menor, Constanza, la esposa de Argote, “por ser hija más cierta”.
Según la Real Academia de la Historia, todos los biógrafos de Gonzalo Argote de Molina concuerdan en atribuir este casamiento de Argote, ya de edad para entonces madura como hemos comentado, a un deseo de ascenso social y reconocimiento público, deseo que dejan ver bien claramente los títulos que se atribuyó en diferentes etapas de su vida, algunos de escasa consistencia, tales como “señor de la Torre de Gil de Olid” (1579), “señor de la Torre de Don Jofre” o “señor de Daganzuelo” (1596).
En el epitafio antes mencionado recoge, en cambio, otros honores y titulaciones más sólidas, como las de “veinticuatro” de Sevilla, nombre que se daba a los regidores perpetuos de designación real del Cabildo o consejo municipal de la ciudad, y las de gentilhombre del rey de Polonia, copero del rey de Hungría y factor del rey de Portugal don Sebastián. Este último cargo, además, hubo de reportarle importantes beneficios económicos, pues le permitía gestionar todas las compras destinadas a las plazas portuguesas del continente africano. La legítima aspiración de Argote al ascenso social y al reconocimiento público concuerda perfectamente, por otra parte, con su dedicación al estudio de los linajes nobles y su aprecio de la excelencia y la belleza.
FUNDADOR DEL CONVENTO DE TEGUISE Y DEFENSA DE LANZAROTE DE LOS ATAQUES PIRATAS.- Si el título condal, como Conde de Lanzarote, llenó las aspiraciones de Argote, muy pronto comenzaron las desdichas personales que este enlace le acarreó. Como él escribe en el epitafio tantas veces citado, “[l]uego que me casé vino Moratarraez Visrrey de Argel con armada del gran Turco y del Xarife sobre aquella Isla” [de Lanzarote].
En esta isla mandó construir en 1588 el convento franciscano de Teguise (Lanzarote), del que sólo queda la iglesia, un templo que fue dedicado a Nuestra Señora de Miraflores. En efecto, de 26 de abril de 1590 es la escritura de fundación del convento Madre de Dios de Miraflores en Teguise (Lanzarote), otorgada en La Laguna (Tenerife), en ejecución del testamento de Sancho de Herrera. Igualmente, todavía existe en la villa de Teguise, no lejos de dicho convento de Miraflores, su antigua casa-palacio, en la que seguramente habitaría Argote a raíz de su matrimonio.
Gonzalo Argote defendió Lanzarote del ataque argelino de Morato Arráez en 1586, quien capturó a su esposa y a su suegro, que tuvieron que ser rescatados por Argote pagando una importante cantidad de dinero.
El desembarco en Lanzarote de los piratas argelinos, en efecto, tuvo lugar el día 30 de julio del año 1585, cinco días después de la boda. Argote hubo de organizar la defensa del castillo de Teguise (actualmente conocido como castillo de Guanapay o de Santa Bárbara), resistiendo el ataque en la cueva de Haría (la conocida actualmente como Cueva de los Verdes, cerca de los conocidos 'Jameos del Agua'), donde sin embargo, fueron hechas cautivos su esposa y el marqués, su suegro.
Las capturas y las varias muertes por ambos lados no impedían la cortesía. Argote envió a Morath Arráez seis “turcos” que había hecho prisioneros después de matar a otro “vestidos con marlotas de tela de oro”. Por ello, el argelino Morath le hizo llegar con un cristiano una saeta de su propio arco como prenda de seguro. Acudió Argote solo a la galera del asaltante el 18 de agosto y concluyó un notable tratado el día 22, por el que rescataba a la condesa, su esposa, y a veinte cristianos, por el precio de 20.000 ducados, de los que 11.000 correspondían a la condesa y el resto por los veinte cristianos. Éstos los pagó al contado “en dinero y joyas de oro y preseas de su recámara y ruanes y otras cosas”, según se explica en el propio tratado de paz. Para el rescate del marqués, su suegro, anticipó Argote 572.500 maravedís y además dio el marqués en rehén a su hermano.
Después de este episodio, Argote aún permaneció algún tiempo en Lanzarote, donde adquirió fincas y mucho ganado, pero tuvo que regresar a Sevilla con el encargo de su suegro de tratar con unos mercaderes la financiación del importe del rescate de su hermano cautivo que aún quedaba como rehén en manos de los argelinos.
En Sevilla, el día 20 de enero de 1588 se otorga la escritura en la que da por terminada y liquidada la cesión temporal del cargo de provincial de la Santa Hermandad. Poco después se concluye la impresión de la primera parte de la obra Nobleza de Andalucía; la dedicatoria, que la firma como “El conde de Lanzarote y Provincial”, lleva la fecha de 1 de abril de 1588. Ésta es la obra de Argote más importante y más divulgada. La edición comprende sólo la primera parte (cuatro libros) del plan previsto para la obra completa. A esta primera parte, dedicada al obispo de Jaén, habían de seguir otras, dedicadas a los obispos de Córdoba y de Sevilla, que nunca se dieron a la imprenta en vida de su autor, ni consta que Argote las terminase, al menos la última.
Pero este mismo año de 1588 preparaba su definitivo regreso a las islas Canarias, pues solicita de Felipe II poder ejercer allí temporalmente el cargo de Provincial de la Santa Hermandad a cambio de servirle en la armada contra Inglaterra con un barco de 200 toneladas equipado a su costa. En el siguiente año parte, en efecto, para Lanzarote, después de renunciar al cargo de Provincial de Sevilla. Pero ya no volvió a Andalucía, lo que supuso el momento, muy probable, que con sus investigaciones, se dedicara a componer una inédita 'Historia de las islas Canarias', cuyo manuscrito no pudo finalizar.
ENFRENTAMIENTOS Y LITIGIOS CON SU SUEGRO, PRIMER MARQUÉS DE LANZAROTE.- En Canarias, además, tuvo graves enfrentamientos con su suegro, el primer Marqués de Lanzarote, Don Agustín de Herrera y Rojas, por cuestiones económicas, especialmente por no haber cumplido el marqués ciertos ofrecimientos y lo estipulado sobre el pago de la cantidad de casi siete cuentos (es decir, casi 7 millones) de maravedís que adeudaba a Gonzalo Argote por la dote de su boda con su hija Constanza. Las diferencias se agravaron con el fallecimiento de Constanza, su esposa, y el nacimiento de un hijo varón del segundo matrimonio del marqués, su suegro.
Cuenta el historiador Viera y Clavijo que Argote aprovechó la ausencia de su suegro para apoderarse de Fuerteventura (isla que junto con Lanzarote pertenecía al señorío del Marquesado), con el apoyo del Capitán general de Canarias, y que, acompañado de doña Constanza, su esposa, reunió a los vecinos; algunos les besaron las manos como a señores del país, pero los Saavedras (que gobernaban Fuerteventura) resistieron las presiones de Argote, por lo que las quejas llegaron al trono y una Real Provisión mandó al capitán general de Canarias don Luis de la Cueva a que se abstuviese de ayudar a Argote.
Debido a estas intromisiones, en efecto, Argote de Molina mantuvo una relación controvertida con su suegro, la cual se agravó, como hemos comentado, debido al incumplimiento por parte de don Agustín de Herrera de la dote prometida cuando el Provincial contrajo matrimonio con su hija, y que estas diferencias aumentaron después de que el marqués celebrase segundas nupcias con doña Mariana Manrique Enríquez de la Vega; pues de este enlace nació un hijo legítimo que heredaría el título del marquesado y la mayor parte del patrimonio paterno. Además, en fechas cercanas se produjo el óbito de “la condesa” doña Constanza de Herrera, dejando a Argote en estado de viudedad y en precario, porque su suegro no le abonaba en los plazos fijados el alcance de la citada dote prometida en escritura firmada en Madrid en 1588.
La agria polémica llegó al extremo de que el marqués demandó e intervino con toda su influencia para que el tribunal del Santo Oficio realizase una investigación sobre Argote de Molina a pesar de que era su yerno y el padre de sus nietos. El expediente de la Inquisición data del mes de marzo de 1591 y en él queda patente que el marqués y sus servidores declararon en contra de Argote por varias frases que podían interpretarse de irreverentes. La más grave era la respuesta que Argote dio al cura de Haría al preguntarle cómo se iba a confesar, pues dijo que “yo cuando me voy a confesar no me acuerdo de nada”; pero también el marqués le acusó entonces de que en cierta ocasión había dicho a su yerno que llevara a sus hijos a confirmarse y que Argote le contestó: “sí, que agorad este sancto consilio acá an aprobado la confirmación”; y que después de haberle preguntado el capitán Gaspar Gutíerrez si, estando excomulgado por segunda vez, iba a misa, Argote le respondió riendo, “lo que se quiere la mona, piñones mondados”; además de que en relación con el hecho de que desaparecieran las cartas dirigidas a su suegro, o que llegaran abiertas, declaró que eso no era pecado mortal, sino todo lo contrario, pues antes era pecado mortal no tomar las cartas y abrirlas y ver lo que en ellas venía; dando a entender que entonces tenía orden expresa del marqués para abrir y leer la correspondencia que venía dirigida a él.
Por todo ello, de 1591 a 1594 aparece en varios procesos ante el Tribunal de la Inquisición en Las Palmas de Gran Canaria, en unos como acusado y en otros como testigo.
Intervino también en la defensa de la ciudad de Las Palmas contra el corsario inglés Drake el 6 de octubre de 1595, en su intento de invasión de la isla de Gran Canaria. Drake intentó penetrar en la isla por la caleta de Santa Catalina con 27 barcas cargadas de belicosos asaltantes, siendo rechazados militarmente en el intento por los cañones y arcabuces del capitán Baltasar de Armas y sus soldados. Los daños causados a los asaltantes ingleses fueron de graves heridas a una gran cantidad de británicos. La ciudad e isla fueron defendidas con todos los arrestos militares impidiendo el desembarco inglés.
El año siguiente, Gonzalo Argote de Molina muere, concretamente el día 20 de octubre de 1596 en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, donde ya venía residiendo desde que había quedado viudo. Al otro día, el Cabildo de la catedral de Santa Ana de Las Palmas acordó darle sepultura en la capilla mayor “al provincial Argote de Molina, que falleció; conforme a la calidad de su persona, en el mejor lugar della”.
Por su parte, los tres hijos de Argote: Agustín de Herrera, Alonso de Saavedra e Isabel de Mendoza, se volvieron a Sevilla junto a una de sus tías y allí murieron de corta edad “de una enfermedad pestilente”.
ARGOTE, SUPUESTO AUTOR DE UNA INÉDITA 'HISTORIA DE CANARIAS'.- En la biografía de Argote, escrita por un amigo suyo, el citado escritor y pintor Francisco Pacheco (Libro de descripción de verdaderos retratos... manuscrito de 1599), se contiene esta afirmación: «Después de la muerte de la Condesa [doña Constanza]... [don Gonzalo] se vino a vivir a la Gran Canaria donde lo halló la muerte (Escriviendo la Istoria i descripción de aquellas siete Islas)».
Pues bien, entre las fuentes fundamentales para la historia de Canarias se encuentra la conocida obra "Historia de la conquista de las siete islas de Gran Canaria", firmada por fray Juan de Abreu Galindo, pero definitivamente atribuida en nuestros días a su verdadero autor, Gonzalo Argote de Molina. De esta obra se conocen actualmente varias copias manuscritas depositadas en varias bibliotecas (Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife, Biblioteca Canaria de la Universidad de La Laguna, etc.), pero en ellas los copistas posteriores a la muerte de Argote, obvian, malinterpretan o añaden palabras y párrafos al manuscrito.
En efecto, parece que en su definitiva radicación en las islas, en concreto, una vez viudo y residiendo en Las Palmas, Gonzalo Argote de Molina acometió una Historia de las islas Canarias, comenzada hacia 1590, y que dejó inacabada a su muerte. Sin embargo, según ha podido averiguar el profesor de la Universidad de La Laguna, José Antonio Cebrián Latasa, corresponde al texto de la Historia de la conquista de las siete islas de Gran Canaria, apócrifo firmado y fechado por un inexistente fray Juan de Abreu Galindo en 1632, seudónimo y fecha falsos, pues, ocultan a un copista anónimo que edita en la década de 1630 la no publicada Historia de Canarias de Argote de Molina.
Esta Historia, en efecto, aparece firmada por Fray Juan de Abreu Galindo, como Historia de la conquista de las Siete Islas de Gran Canaria, escrita en 1652 y publicada, por primera vez, en Santa Cruz de Tenerife en 1848. Precisamente en esta obra se da noticia de los ascendientes de la esposa de Argote de Molina. Estamos, por tanto, ante un trabajo inacabado de Gonzalo Argote de Molina, llevado a cabo en la década de 1590, y posteriormente, objeto de reelaboración por amanuense anónimo en la década de 1630.
Esta fuente manuscrita de la obra de Argote, en 1848, una vez manipulada y reelaborada, ve efectivamente su primera edición impresa. Esta edición se lleva a cabo sobre sendos manuscritos conservados en los archivos de Francisco María de León, conocido bibliófilo de Santa Cruz de Tenerife. Manuscritos que por decisión familiar acabaron siendo custodiados en la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife, donde están referenciados como mss. 11.4.34 (escrito de dos manos y de finales del siglo XVIII), y 10.2.31 (copia del anterior y de mano de Andrés Amat de Tortosa). La obra se presenta como escrita por su autor, un tal fray Juan de Abreu Galindo, que dice ser franciscano de la provincia de Andalucía, y que en 1632 data una Historia de la conquista de las siete islas de Canaria.
Pero con todo, ¿Quién fue fray Juan de Abreu Galindo? se pregunta Cebrián Latasa ¿Podía un hombre de su nivel cultural pasar desapercibido en la comunidad franciscana insular? ¿Podía una obra como su Historia ser tan desconocida en las islas? No existe en los registros canarios de franciscanos de finales del siglo XVI y principios del XVII fraile de ese nombre, ni huella de haber sido capaz de escribir tal obra. No aparece tampoco en documento protocolizado ante escribano público.
Según cuenta Cebrián Latasa, Argote abandonó la empresa de editar la segunda parte de su Nobleza de Andalucía y desde 1590 se puso a trabajar en una historia insular de Canarias, dejándola inacabada en 1596. Suspensión debida a los pleitos que Argote tuvo en los últimos años de su vida. A saber: con su suegro, contra los Saavedra; contra la Inquisición, y por último, a causa de su enfermedad y muerte acontecida en 1596. Al morir, junto con su manuscrito inacabado debió de haber quedado multitud de datos interpretables, borradores y materiales acotados con notas o referencias dejadas por su autor. Parece que alguien recogió todos esos papeles sueltos, sin duda un experto para poder rematar el trabajo y darlo por acabado manteniendo el tratamiento del autor original, pero poniendo, no se sabe por qué motivo. como autor el nombre de una persona ficticia.
Por último, como dato complementario ya anticipado, señalar que los biógrafos de Argote nos transmiten que hay constancia de que el citado escritor y pintor Francisco Pacheco, que fue paisano y amigo de Argote, nos dejó escrito que, en efecto, éste estaba redactando una Historia de las islas Canarias. Lamentablemente, la muerte de su autor cortó en seco el intento, y dicha obra quedó inacabada e inédita.
Pedro R. Castro Simancas, 29.01.2025,
día de San Gildas, el Sabio.
Fuentes:
PALMA CHAGUACEDA, Antonio (1973): El historiador Gonzalo Argote de Molina. Estudio Biográfico, Bibliográfico y Crítico, Excmo. Ayuntamiento de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 1973.
CEBRIÁN LATASA, José Antonio (2007): "Gonzalo Argote de Molina y su Historia de Canarias inacabada" en Cartas diferentes. Revista canaria de patrimonio documental, nº 4, pp. 17-104, Breña Alta (La Palma), 2008.
LOBO CABRERA, Manuel, y BRUQUETAS DE CASTRO, Fernando (1995): Don Agustín de Herrera y Rojas, I Marqués de Lanzarote, Ed. Servicios de Publicaciones de los Cabildos Insulares de Fuerteventura y Lanzarote, Madrid, 1995.
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