La isla de los nuevos reinos: Qué fue de los últimos menceyes (III). Benchomo, el Mencey de Taoro.

Dedicamos este tercer capítulo de la serie Qué fue de los últimos menceyes, centrando nuestra atención, en esta ocasión al último mencey (o mejor dicho, el penúltimo) del reino de Taoro, el Quebehí Benchomo, y de paso, nos referiremos también a Bentor, su sucesor en el trono de dicho reino del norte de Tenerife en el año 1495.

Con esto, respecto de Anaga y Adeje, hemos ya estudiado qué fue, después de la Conquista de Tenerife, de las vidas y descendencias de los menceyes Beneharo de Anaga y Pelinor de Adexe. Veamos a continuación qué fue del destino del Mencey de Taoro.


Estatua del Mencey Benchomo 
en La Laguna, obra de José Abad.

LAS DINASTÍAS TAORINAS.- En el Reino de Taoro (ámbito que aproximadamente comprendía los actuales municipios de Santa Úrsula, La Orotava, Los Realejos, Puerto de la Cruz y San Juan de la Rambla, aparte del enigmático territorio de Imobad situado en el sureste de la isla, del que ya hemos hablado en otra oportunidad), primeramente hay que indicar que las dinastías previas a la conquista de la isla de Tenerife asentadas en este reino, serían, según los diversos autores o cronistas, primero, como rey ancestral, Bentenuhya (según el Padre Espinosa) o también llamado Bentinerfe. Le sucede su hijo: Quebehi Imobach (según cuenta Abreu Galindo). De este régulo heredará la corona, el Quebehi Benchomo, que es el mencey de Taoro reinante en el momento del comienzo de la conquista de la isla en 1494. A su muerte en la batalla de La Laguna (1495), le sucederá su hijo Bentor, pero este finalmente, antes que entregarse a los conquistadores para ser sometido y bautizado, se suicidará arrojándose por la ladera de Tigaiga (1496).

Los menceyatos o reinos de la isla
 de Tenerife hasta el año 1496.

¿BENCOMO O BENCHOMO?.- Para el profesor Rumeu de Armas, Benitomo parece ser el nombre más de acuerdo con la realidad, por ser el que nos dan a conocer los textos más veraces y los documentos coetáneos. Sin embargo, el nombre que acabó por prevalecer, popularizándose, es el de Bencomo. Entre ambos, son infinitas las variantes que aparecen en las crónicas y documentos de las datas, entre otras: Benitonio, Bentonio, Vibenitonio, Benchomo y Bentomo. Aparte de los ya nombradas Benchomo, Benitomo y Bencomo, las formas más comunes usadas en los documentos, este antropónimo tinerfeño aparece escrito en las fuentes documentales también como Bentomo, Venitomo, Benchóm, Bencom y Benytomo.

En efecto, tal como afirma el Diccionario de Guanchismos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Bencomo, Bentomo, Benchomo, Benitomo o Benichomo era el rey de Taoro, el más poderoso de los "reinos" en que estaba dividida la isla de Tenerife al tiempo de la conquista, y quien finalmente se enfrenta a Alonso Fernández de Lugo en las batallas decisivas de Acentejo.

Desde el punto de vista filológico, el término Bencomo y sus variantes, como relativos a un antropónimo indígena de Tenerife, ha sido estudiado, entre otros, por Juan Álvarez Delgado (1956 y 1979) y por el austriaco Wölfel (1996). Wölfel no aporta paralelos concluyentes, pero Álvarez Delgado (1979) hace derivar las variantes Benchóm o Benchomo del bereber wen-chchúm, con el significado de 'este es el mejor' o 'el más grande', y de ahí que se le llame "El Rey Grande de Taoro".

El origen de la versión o forma del nombre 'Bencomo' que es la que finalmente se ha generalizado y popularizado en el imaginario colectivo, se supone que Bencomo es el resultado de una posible lectura equivocada de las fuentes que consideró la versión original 'Benchomo' como un cultismo latino, por lo que finalmente 'Bencomo' se generalizó en los textos, especialmente a partir de su uso reiterado en el famoso Poema épico titulado Antigüedades de las Islas Afortunadas..., publicado en Sevilla en 1604 por Antonio de Viana, que lo popularizó desde entonces hasta nuestros días.

Sin embargo, es curioso que el propio Antonio de Viana nombra por primera vez a Bencomo en los versos finales del Canto Primero de su Poema, escribiendo 'Benchomo' en lugar de 'Bencomo', aunque en las siguientes veces que nombra al citado mencey, lo escribe de esta última forma o también como 'Bencom'

Por su parte, el profesor de Historia Antonio Rumeu de Armas, utiliza indistintamente en su obra sobre la conquista de Tenerife, las formas más comunes de Bencomo, Benitomo y Benchomo, pues son las formas más comunes utilizadas en las crónicas históricas. Nosotros nos adscribimos a esta última forma por considerarla como la más primigenia y verdadera, como así también lo entendía el filólogo güimarero Juan Álvarez Delgado.

BENCHOMO 'EL GRANDE'.- Como indica el profesor Antonio Rumeu de Armas en su obra La conquista de Tenerife (1494-1496), la existencia del Mencey de Taoro está documentalmente probada por la Información de linaje llevada a cabo en 1526 por doña Margarita Fernández Guanarteme (sobrina que fue de don Fernando Guanarteme), en la que se acreditaba que al rey Benchomo (o Benitomo) se le debió la organización de los bandos de guerra (de prácticamente todo el norte de la isla) en lucha frente a los castellanos. Dicha información se hizo en Las Palmas ante el Lcdo. Francisco Pérez de Espinosa, teniente de gobernador de Gran Canaria y del escribano público Fernando de Padilla, el 23 de mayo de 1526.

Benchomo (Taoro, hacia 1423-Aguere, 1495), desde luego fue el más importante y relevante Mencey aborigen guanche de la isla de Tenerife del reino de Taoro que gobernaba a finales del siglo XV, y que fue el gran protagonista de los acontecimientos de la conquista castellana de la isla al dirigir la resistencia aborigen por liderar a los bandos de guerra (Taoro, Tacoronte, Tegueste, Icoden y Daute).

Como monarca poderoso, "el rey grande", superior en fuerza y autoridad a sus otros colegas, preparó las confederaciones de los distintos bandos o reinos de guerra para aunar sus ejércitos frente al obstinado invasor castellano. Fue el más encarnizado enemigo de los castellanos en sus empresas de conquista y dominación. Su recuerdo se mantenía vivo, años después de la sumisión total de la isla, lo mismo en la memoria de los guanches sobrevivientes y de sus descendientes, como de los conquistadores. Era, sin duda, el mencey o jefe tribal más poderoso de toda la isla, siendo tratado por los europeos con el apelativo de gran rey y por los guanches de quebehí, es decir, como 'alteza'.

Cuando, en el año 1495, veamos sucumbir al gran Benchomo en el momento más dramático de la lucha, en la batalla de Aguere, el trono de Taoro será inmediatamente ocupado por su hijo, el rey Bentor, con el que se cierra la poderosa dinastía guanche del reino de Taoro. La existencia, por tanto, de este personaje, su exacto nombre y aspectos sumamente curiosos de su biografía están probados, en efecto, en la citada Información de la sobrina de Fernando Guanarteme y en las diversas partidas de los cuadernos de datas, que con reiteración aluden a su persona.

LA TRÁGICA MUERTE DE BENCHOMO EN LA BATALLA DE AGUERE.- En efecto, el rey Benchomo de Taoro, El Valeroso, tras unir a los bandos de la resistencia (Taoro, Tegueste, Tacoronte, Icoden y Daute) frente al invasor castellano representado en su capitán don Alonso Fernández de Lugo, pereció luchando en la batalla de La Laguna, acontecida antes de la batalla de la victoria de Acentejo. Los datos son confusos y varían según los cronistas, y además Antonio de Viana en su Poema, inventa cosas, hechos y personajes y no da por muerto a Benchomo en dicha batalla.

El 2 de septiembre de 1495 está el Conquistador otra vez en Añazo, dispuesto para un segundo intento, que esta vez será definitivo, para acometer la segunda batalla de Acentejo, donde se producirá la derrota definitiva de los guerreros guanches. Regresados, pues, los castellanos a las playas de Santa Cruz de Añazo para comenzar la segunda fase de la conquista, los guanches de guerra pensaron, sorprender a los invasores en una emboscada que les prepararon en la cuesta de Arguijón, pero que fracasada ésta, se entabló una ruda lucha en Aguere, en las cercanías de la laguna —el 14 de noviembre de 1495—, que duró muchas horas, hasta que la victoria fue para los castellanos.

La batalla de la laguna se libró, pues, el 14 de noviembre de 1495, sin que nada sepamos de la disposición de ambos ejércitos, el castellano, con Alonso de Lugo al frente, y el guanche, con Benchomo a la cabeza, ni de las incidencias del desarrollo de la acción. Hay que destacarlo como contraste con la variedad de pormenores que matizaron la sangrienta jornada de la primera batalla de Acentejo.

En efecto, en esta segunda fase de la conquista, el mencey de Taoro Benchomo, su hijo el príncipe Bentor, y su hermano Tinguaro, a quien otros llamaban Chimenchia, y que tan noble y valiente fue en la primera batalla de Acentejo, alertados por la nueva presencia de las tropas castellanas en la isla, movilizaron todas sus fuerzas con las de Tegueste, Tacoronte, Icoden y Daute (los otros bandos de guerra), presentando batalla en la laguna de Aguere en el citado día del 14 de noviembre de 1495, lucha que fue dura y violenta. 

De la batalla en sí misma, en efecto, apenas se puede destacar otra cosa que la probable dureza y violencia con que los dos ejércitos combatientes se emplearon. Fray Alonso de Espinosa en su crónica se hace eco de estas circunstancias: «fue tan brava, tan reñida y peligrosa, que duró muchas horas con dudosa fortuna, porque cada parte peleaba con mucho coraje y ánimo denodado; a los unos les iba honra e interés, y a los otros defensión de patria y libertad».

Según cuenta el citado Antonio de Viana en su Poema, en esta batalla de Aguere, Benchomo distribuye su ejército en tres escuadras: una la dirige su hermano Tinguaro (también conocido como Chimenchia) y el rey de Tacoronte; la segunda, Zebensui (el príncipe de la Punta del Hidalgo) y el mencey de Tegueste; y la tercera, el propio rey Benchomo con sus guerreros. Por su parte, Lugo divide su gente de a caballo en dos escuadras y arenga a los suyos. Simétricamente, Benchomo también hace una brillante arenga a su ejército, antes de comenzar la lucha.

Cuando la derrota era ya inevitable, el flanco izquierdo del ejército guanche (que estaba padeciendo los feroces ataques de la columna capitaneada por el canario don Fernando Guanarteme) cruzó el barranco de Gonzaliáñez, ante el temor de quedar copado, esparciéndose sus hombres por el cerro de San Roque. Iba al frente de aquel compacto grupo de indígenas Chimenchia, hermano de Benchomo, a quien el poeta Viana bautiza con el nombre de Tinguaro. Lanzados en su persecución castellanos y canarios, acertó a herirlo con su alabarda uno de estos últimos, el soldado Pedro Pablo Martín Buendía, que era un canario de origen, de las huestes de don Fernando Guanarteme, bajo el mando de Pedro Maninidra.

En ese momento, Chimenchia, caído en tierra y ensangrentado, invocó su regia estirpe en demanda de clemencia. Sus últimas palabras son tan desgarradoras como patéticas: "Chucar guayec archimencey reste Benchom sanet vander Telac naceth zahane." Traducidas al castellano equivaldrían a: «No mates al hidalgo que es natural hermano de Benchomo y se te rinde aquí como cautivo.» El citado canario Pedro Pablo Martín Buendía no acertó a comprender la invocación, y con la saña propia de tan feroz combate lo remató en el mismo suelo.

Lo cierto es que por este hecho, Pedro Pablo Martín Buendía, se quedó en Tenerife para poblarla (según cuentan Espinosa y Abreu Galindo), y sabemos que se le concedieron tierras en repartimiento, y dos auchones o cuevas que fueron del Mencey de Tacorante, así como también las del Mencey de Icod, en Artaos (Lib. II de Datas, cuad. XVIII, fols. 27 y 35). "Ese fue el pago a su innoble acción", en palabras del historiador Buenaventura Bonnet (1948). Allí, en el lugar en que fue muerto Chimenchia, se levantó más tarde la ermita de San Roque, que aún subsiste en la montaña del mismo nombre, frente a la ciudad de San Cristóbal de La Laguna.

Por su parte, el propio rey Benchomo peleó valerosamente y con la alabarda se defendió de siete hombres de a caballo, pero cayó malherido y murió igualmente en la encarnizada lucha. 

Desde luego, tal como afirma B. Bonnet, es indiscutible que Benchomo muere en el combate de La Laguna, pues la declaración de los testigos en la Información  de Margarita Guanarteme (1526) dice de un modo terminante que en dicha acción "mataron a Rey Grande que se llamaba el Rey Venitomo de Taoro, y D. Alonso de Lugo envió a D. Fernando Guanarteme [a que] se viera con el Rey Ventor, hijo de Venitomo para requerirle que se diese (es decir, a que se rindiese), volviendo con la respuesta de que el nuevo Rey no se quería dar...".

Otro testigo directo de los acontecimientos de ese día, un tal Juan Baxo, declara en la citada Información instada por la sobrina de Don Fernando Guanarteme: "que el día que los guanches fueron desbaratados, que se dice el desbarato fue subiendo de Santa Cruz a La Laguna do[nde] es la Ciudad de San Cristóbal [de La Laguna],... cuando mataron a el Rey Grande que se llamaba el Rey Venitomo de Taoro; el Adelantado e capitán [Alonso Fernández de Lugo], por traer a los Guanches al conocimiento de la fe de Cristo e por que se diesen (rindiesen) sin mas riesgo e muerte de gentes, mandó ir a el dicho Guadnarteme [don Fernando] a el Rey Ventor, hijo del Rey Venitomo a le requerir [a] que se diese (rindiese) e tornase cristiano e que le haría toda la cortesía que quisiese..." (citado por Chil y Naranjo y transcrito por B. Bonnet). 

Por su parte, el historiador Buenaventura Bonnet Reverón (1948), a la vista de los textos conocidos sobre la Conquista de Tenerife, concluye igualmente que Benchomo y Tinguaro (Chimenchia) murieron en la batalla de Aguere en La Laguna y que el autor de la muerte del hermano de Benchomo no fue un castellano, sino un canario de la hueste del Guanarteme de Gáldar, y que esta derrota de los guanches se debió no solo a desarrollarse la acción en terreno llano, sino principalmente al eficaz auxilio de las tropas del Mencey de Güímar y a la oportuna aparición de los canarios acaudillados por Don Fernando Guanarteme y Pedro Maninidra.

En la batalla de la laguna, pues, murió Benchomo El Grande, sin duda el Benchomo vencedor de la primera batalla de la Matanza de Acentejo, y donde también muere su hermano Chimenchia, por lo que quedó vivo su hijo Bentor, inmediatamente proclamado nuevo mencey de Taoro, que pudo continuar la resistencia guanche hasta quedar vencido en la Victoria de los castellanos, en la segunda batalla de Acentejo.

Esta batalla de Aguere, en la laguna, sólo costó a los castellanos la muerte de quince piqueros, veinte ballesteros y diez hombres de a caballo, o sea cuarenta y cinco hombres, al paso que los guanches perdieron más de mil setecientos. Ignoramos la verdadera cuantía de las cifras y su fuente informativa.

Para Rumeu de Armas, las muertes de Benchomo y de Chimenchia fueron la consumación del desastre. Las huestes guanches se dispersaron, y el campo de Aguere quedó por completo a merced de los castellanos. La batalla de la laguna había terminado.

Más tarde, en 1496, derrotados los guanches en la segunda batalla de Acentejo, el hijo y sucesor de Benchomo, el mencey Bentor, humillado por dicha derrota en Acentejo, donde ahora le llaman La Victoria, prefirió el suicidio a la pérdida de la libertad. 

BENCHOMO Y SUS DESCENDIENTES.- El poeta Antonio de Viana (1604) imagina a Bencomo, mencey de Taoro con su hija, la princesa Dácil. Por su parte, el historiador Millares Torres afirma que una de las dos hijas del rey Bencomo, llamada María, casó con Juan Doramas, hijo del célebre guerrero canario de este nombre.

Según cuenta Juan Bethencourt Alfonso, en su Historia del Pueblo Guanche (1912), Benchomo se casó con Caseloria y juntos tuvieron tres hijos: Bentor, Dácil (bautizada luego como Mencía Bencomo) y María Bencomo. 

Escultura de Bentor en el Mirador de El Lance 
realizada por Carmen León en 1996.

A la muerte de Benchomo el 14 de noviembre de 1495, le sucede como nuevo rey de Taoro, en efecto, su hijo Bentor, también conocido en los documentos como Benchorche, Bentorey, Bentore o Ventor, el cual, como hemos comentado, se derriscó en la ladera de Tigaiga, en su reino de Taoro, por donde ahora hay un monumento en su recuerdo. En cuanto a la descendencia de Bentor se sabe que tuvo dos hijos: Ana Gutiérrez, casada con el mercader Martín de Mena; y otro hijo varón que posiblemente se llamaba Cristóbal Hernández, el cual fue vendido como esclavo por el conquistador Alonso Fernández de Lugo y que habiendo sido liberado posteriormente, fue nuevamente hecho esclavo, como nos cuenta Rumeu de Armas.

Acerca de Martín de Mena, el esposo de Ana Gutiérrez, sabemos que pertenecía a una familia de mercaderes con presencia en Gran Canaria al poco de culminada la conquista de dicha isla. Su procedencia nos es desconocida aunque por el apellido pudiera presumirse que se trata de una familia de origen portugués.

El estudioso genealogista Leopoldo de la Rosa ("La Familia del rey Bentor", en Anuario de Estudios Atlánticos, nº 23, pp. 424-441, 1977) localiza y estudia el testamento de Ana Gutiérrez (la hija de Bentor), dictado en San Cristóbal de La Laguna en 1522. A pesar de su pésimo estado de conservación, dicho documento confirma su matrimonio con el citado Martín de Mena y la descendencia con él habida, pues nombra como herederos a sus hijos Pedro, Juan y Sebastián Mena, a partes iguales.  

A partir de varios documentos de finales del siglo XVI referidos a dos familiares descendientes de Ana Gutiérrez (la mencionada hija de Bentor), dos nietos suyos, llamados Ana Bentor de Mena y Antón de Mena Benchorne, que dicen ser primos hermanos entre sí, el preclaro investigador, atando cabos, entresaca de la lectura  de los mismos que Ana Bentor de Mena es hija de Pedro de Mena (un nieto de Bentor), y que Antón de Mena Benchorne es hijo de Sebastián de Mena (otro nieto de Bentor), dando como padre de ambos al citado mercader Martín de Mena, el marido de la ya mentada Ana Gutiérrez (la hija de Bentor). El que sus bisnietos ostenten el apellido indígena Bentor le parece al autor, una  prueba convincente para proceder a identificar a Ana Gutiérrez como la hija del inmolado Mencey Bentor de Taoro,

Por otra parte, indicar que según el profesor Rumeu de Armas, Bentor, en efecto, tuvo un vástago que también fue superviviente a la catástrofe; como hemos dicho, este hijo tal vez llamado Cristóbal Hernández, pero que las circunstancias obligan a sospechar, sin embargo, que este hijo varón de Bentor, el último Mencey de Taoro, no alcanzó por supuesto el reconocimiento público ni oficial como nuevo rey, por la descomposición interna de su reino, una vez asumida la derrota guanche en los primeros meses de 1496. 

Este Cristóbal, habiendo sido esclavizado después de terminada la Conquista, parece que el mismo consiguió ser libertado (ahorrado) por su hermana, la citada Ana Gutiérrez, aunque «quién sabe a costa de qué sacrificio», pero el Adelantado Fernández de Lugo lo volvió más tarde a reducir o someter a una nueva esclavitud "para venderlo al vecino de La Palma Diego de Llano"donde se le pierde la pista.

QUÉ FUE DE SUS TIERRAS.- Según cuenta José Melchor Hernández Castilla, Benchomo había nacido y era propietario de lo que posteriormente fue llamada La Hacienda de El Realejo o Campo del Rey, según una de las Datas: “Donde nasció Benytomo como pasan el barranco hazia el Realejo en medias de dos barranco es… 30 de Agosto de 1501 años”.  Los barrancos en la actualidad son el Barranco Godínez o Calera y el Barranco de la Alzadilla, en el actual municipio de Los Realejos. 

Pues bien, la primera data de tierras del conquistador Fernández de Lugo, estuvo entre las escogidas, nada menos, que en las ricas y fértiles posesiones territoriales del rey de Taoro Benchomo, donde sus ojos habían visto la luz por vez primera, para luego "extasiarse en la contemplación de aquellos campos, que eran el mejor florón de su rústica corona", en palabras de Rumeu de Armas. A estas tierras las bautizaron precisamente los conquistadores (traduciendo acaso palabras de procedencia guanche) con el nombre del Campo del Rey o Campo del Gran Rey.

Según sabemos por el historiador Guillermo Camacho Pérez-Galdós (1898-1995), estas tierras formaron parte de la Hacienda de El Realejo, que fue propiedad del Adelantado, pues se las adjudicó, como decimos, a sí mismo en sus Datas, y que se dividía en tres partes. La primera, Cercado Alto o de Los Majuelos o de Zampote, la lomada de tierra de 15 cahíces de secano, donde estaba el auchón (conjunto de viviendas cuevas) de Benchomo; a esta altura se encontraba el primer Tanque –Tanque Grande- de agua proveniente de las  canalizaciones  de los arroyos de la Lora y del Garabato –en el Realejo Viejo o de Arriba-. La segunda Cercado de Enmedio, lomada de sequero, donde se hallaba el segundo Tanque –Tanque del Ingenio- y las Casas Principales de La Hacienda; contiguo a éste y separado por el barranquillo del Tejal, el antiguo Cercado de Santa Lucía –origen de El Realejo Bajo y fuera del ámbito del Mayorazgo-, cubierto de brezo –hasta que se dividió en solares-. La tercera, Cercado de Abajo situado a nivel inferior. La molienda de la Hacienda –estaba muy cerca de las Casas Principales- y se ubicaba en la parte más alta del Cercado de Abajo; ya que la fuerza del agua debía pasar primero por el molino, para luego utilizarla para riego en esta última parte. 

De todo ello podemos afirmar -en palabras de José Melchor- que el auchón donde nació Benchomo, en Los Realejos, es un lugar próximo a las fuentes del agua del momento, en el Cercado Alto, de los Majuelos o de Zampote, en la citada Hacienda del Realejo o de los Príncipes.

En la actualidad, lo que queda de esta Hacienda de los Príncipes, se halla situada junto al camino de Icod el Alto, en la zona del Realejo Bajo, y constituye el gran hito histórico y patrimonial del municipio de Los Realejos. En efecto, tiene su origen en el siglo XVI, cuando fue levantada por el Adelantado Alonso Fernández de Lugo, recién conquistada la isla en 1496, conformando la pieza principal del amplio mayorazgo dedicado a un ingenio azucarero. Pero de esta primitiva fábrica apenas existen vestigios, ya que la edificación que podemos contemplar en la actualidad pertenece a los siglos XVII y XVIII, y en ella residían los administradores nombrados por sus descendientes. Su nombre actual por la que es conocida, "de los Príncipes", viene dado por la unión matrimonial de doña Porcia Magdalena de Lugo, sobrina del cuarto Adelantado, con el príncipe de Asculi, Antonio Luis Leiva (1480 Leiva, La Rioja–1536 Aix-en-Provence, Francia), que fue capitán español de los Tercios del Emperador Carlos, gobernador del Milanesado (Italia) y Grande de España.

El Capitán Antonio Luis Leiva.

En el siglo XVII el cultivo predominante era la viña, llegando a alcanzar una producción anual de mil pipas de vino. Ya en el siglo XIX se comenzó el cultivo en estas tierras del nopal o chumberas y la cría de cochinillas, así como el cultivo de papas, millo, arboles frutales, entre otros. Destacaba la extensión y valor de sus tierras, además de los jardines junto a la edificación, de gran riqueza botánica y paisajística. Desde su balcón y miradores se podía contemplar todo el mayorazgo hasta la costa. La Hacienda tiene desde el año 2005 la protección como Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico.

EL MENCEY BENCHOMO EN LA FICCIÓN.- En el verano de 1496, una vez culminada la conquista de Tenerife, la última de las islas Canarias en caer bajo el poder invasor europeo, siete de los derrotados menceyes guanches son conducidos ante la Corte de los Reyes Católicos por el capitán-conquistador Alonso Fernández de Lugo con el fin de que esos nuevos vasallos rindieran pleitesía y sumisión a los monarcas castellanos. Uno de estos menceyes será precisamente Bencomo para la imaginación literaria de su autor, que posteriormente será regalado por Isabel y Fernando al dux de Venecia como una exótica criatura capturada en tierras tan lejanas como confusas.

Portada de la novela escrita por J.M. García Ramos.

Pero, ¿qué fue de ese mencey con retina neolítica una vez llegado a la República Serenísima, pujante enclave político, económico y cultural del Renacimiento emergente? A esos interrogantes nos responde la novela El Guanche en Venecia (2014) escrita por el profesor de la Universidad de La Laguna Juan Manuel García Ramos (La Laguna, 1949), en la cual imagina al Mencey Bencomo como ese enigmático rey tinerfeño que viajará a Venecia desde la Corte de los Reyes Católicos, y que en su relato nos dará las claves particulares sobre una historia siempre inconclusa, nebulosa y gestionada con parcialidad por los vencedores de los indígenas atlánticos de aquella época. Se trata, pues, de una licencia literaria del autor de la novela, imaginar para la ficción que ese rey guanche en Venecia fuera Benchomo, dado que el rey de Taoro había fallecido en la Batalla de Aguere del año 1495.

Portada de la versión española de 'El rey de Taoro'.

Con anterioridad a esta novela publicada en 2014, se publicó El rey de Taoro (Título original en alemán: ‘Der König von Taoro’) que es una de las novelas históricas más conocidas del autor alemán Horst Uden (1898-1973). Su primera edición data de 1941 y su primera versión en español fue publicada por la editorial Zech (Santa Úrsula, Tenerife) en el año 2004 y traducida por María Mercedes Álvarez Vázquez. Es una novela que habla sobre las guerras de la conquista de la isla de Tenerife, su cultura, sus aborígenes; los guanches, las costumbres de estos y las leyendas que se cuentan.

En el Prólogo de la edición española, escrito en 2004 por Manuel Hernández González, Catedrático de Historia de América de la Universidad de La Laguna, se señala que "Debemos, por tanto, situar la narración de Uden en el contexto de la historiografía canaria de la época (en plena II Guerra Mundial) en la que la antropología física y la leyenda de la raza legendaria desaparecida seguía siendo la interpretación dominante. Esos mismos ribetes racistas en clave de la época no pueden estar ajenos en el pensamiento germánico en el que la eugenesia, el evolucionismo y la exaltación de la raza eran principios indisolubles del nacional-socialismo". El Rey de Taoro es fruto, pues, de la estancia de su autor en Tenerife en los años treinta del siglo XX, en la que recopiló numerosos testimonios de la historiografía sobre los primitivos habitantes de Canarias, especialmente recogidos de Francisco Montes de Oca, un historiador del Puerto de la Cruz, recopilador de leyendas y tradiciones de las islas, y que figura como autor del prólogo de la edición alemana.

Por último, señalar que en memoria de Bentor, se ha erigido en El Lance una estatua con una placa en la que, después de la siguiente frase del historiador realejero Viera y Clavijo: “Los menceyes de Tenerife no habían conocido jamás la vileza de sujetarse a otros hombres como ellos”, figura la siguiente leyenda: “Homenaje de la Villa de Los Realejos a Bentor, el último Mencey guanche, el cual según la tradición, por no entregarse, se arrojó al vació desde este lugar”. 

Por su parte, en recuerdo de Chimenchia, más conocido como Tinguaro, el hermano de Benchomo, que también falleció en el desigual enfrentamiento con los castellanos en la anteriormente citada Batalla de La Laguna, en su honor se levanta una estatua, realizada por el escultor Miguel Ángel Padilla, que se encuentra instalada en La Matanza de Acentejo, en cuya base se halla una lápida con la siguiente inscripción: “Esta escultura se alza en homenaje al Achimencey Tinguaro, héroe guanche de la tierra de Acentejo y símbolo de la nobleza, la valentía y el coraje de nuestro pueblo. La Matanza de Acentejo. Que su presencia como guardián preserve nuestra paz y nuestro bienestar. En la Villa de La Matanza de Acentejo, 1 de mayo de 2007.”

A la vista de los trágicos hechos acontecidos en la batalla de la laguna de Aguere que hemos relatado, con la trágica muerte de Benchomo El Grande, y el posterior suicidio de su hijo Bentor en Tigaiga, es indudable que ni padre ni hijo pudieron acompañar a los otros menceyes a la villa de Almazán, en junio de 1496, para el solemne acto de sumisión ante los Reyes Católicos. Y por supuesto, podemos también descartar con toda seguridad que el Mencey de Taoro no fue aquel enigmático rey de Tenerife que en la corte de Almazán fuera donado por los Reyes Católicos y que viajara a Venecia en 1497.

Pedro R. Castro Simancas, 27.06.2025.
Festividad de San Arialdo de Milán.
Ampliado 02.07.2025.

Fuentes:

ALONSO RODRÍGUEZ, María Rosa (1952): El Poema de Viana. Estudio histórico-literario de un poema épico del siglo XVII, Ed. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1952.

BONNET Y REVERÓN, Buenaventura (1948), «La batalla de La Laguna». Revista de Historia, nº 82-83, pp. 267-273, La Laguna (Tenerife), 1948.

CAMACHO PÉREZ-GALDÓS, Guillermo (1943): La Hacienda de los Príncipes, Ed. Instituto de Estudios Canarios, La Laguna (Tenerife), 1943.

RUMEU DE ARMAS, Antonio (1975): La conquista de Tenerife 1494-1496, Ed. Aula de Cultura de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1975.

Enciclopedia Wikipedia: La Batalla de La Laguna.

Comentarios

TEMA